06/May/2024
Editoriales

Por el bien de México

Cuando creíamos haber visto de todo al final del actual sexenio, persiste el seguir abrazado del crecimiento de la ola de polarización extrema, conformada de una  retórica pública de desconfianza y engañosa, donde  el fenómeno  en lugar de matizar, sigue avanzando hacia un mar obscuro y profundo. Donde la separación de las clases sociales parece ser que se convierte en el mejor amigo y aliado de los proclives al poder supremo.

 Dirían los sabios del pensar y el conocimiento que son tiempos complejos, donde la intolerancia avanza sin pudor, donde  la forma verbal de expresar, de disentir, de la descalificación sin conocimiento y razón, pasa a asentirse como válida, ante los veraces  resultados, los creíbles argumentos y la simple verdad. Donde para variar al transitar por  las redes sociales, las personas  pasan a obtener un poder superficial al dictar sin pena alguna que es está bien y que está mal convirtiéndose en grises y frívolos robots.

 La polarización entre sirios y troyanos aumenta día tras día, y no hay árbitro coherente en nuestro país, que convoque al diálogo sano, a la sensata mesura y a desfajarse de la camisa de humildad política. Sino por el contrario sigue imponiéndose  en todo México, el autoritarismo, la soberbia y el radicalismo demagogo en aras supuestamente del poder ciudadano.

 Pero en nada contribuye para un bando político u otro, una  crítica o alabanza ciega, carente de sustento y  veracidad, sólo por el hecho de perseguir fines  personales o antipatrióticos que contribuyan a seguir dividiendo al país. Recordemos  que el régimen democrático debe buscar entre otras cosas una mejor sociedad y una adecuada convivencia entre la ciudadanía; combatir la desigualdad, reducir las brechas económicas y buscar el bienestar. El respeto de los derechos humanos y de la legalidad debe de ser prioridades de políticas públicas emanadas de un régimen democrático.

  Por lo pronto: por el bien de México hacemos votos para que los grupos políticos o de otra índole, dejen atrás la cruel polarización para mejor pasar  de los nublados momentos de incertidumbre y zozobra a la congruencia, la paz y la fraternidad ciudadana. Donde los candados de la libertad y la democracia se abran para siempre y con ello afrontar  sociedad y gobierno, la construcción de una nación más unida  y participativa a la cual habremos de legar a nuestros descendientes.


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