03/May/2024
Editoriales

Monterrey en los fabulosos 30’s

En el mes de septiembre de 1934 una revista capitalina llamada Mapa publicó un amplio reportaje de nuestra Ciudad diciendo que Monterrey era ‘Opulenta y Próspera’. 

Aquella pacífica Ciudad tenía a duras penas 150 mil habitantes, pero en su comarca estaban en plena producción 428 fábricas que daban empleo a 20 mil obreros, mismos que percibían, según declaraciones públicas, unos 350 mil pesos semanales, dinero que circulaba por toda la Ciudad, pues aunque el ahorro era parte de la cultura regiomontana, los recursos ahorrados por los trabajadores eran depositados en pequeñas cuentas de ahorros bancarias que servían para financiar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas.

Estos elementos culturales (trabajo y ahorro) permitían a nuestra Ciudad ser pujante y progresista, a diferencia de otras en México que estaban semiparalizadas, por la crisis de la gran depresión económica mundial.

La bonanza de Monterrey se advertía en el talante de sus gobernantes. Desde 1931 el entrante alcalde Generoso Chapa Garza informó que el Municipio ya no tenía participación en el impuesto comercial, pues había pasado a ser del gobierno estatal, y había una baja en las escrituraciones de bienes raíces que había dejado desamparadas las finanzas municipales.

Pero el departamento de tránsito ya tenía 20 agentes y se había adquirido una motocicleta, por lo que se organizó una corrida de toros para reunir recursos que permitieran comprar otra más, pues el parque vehicular se incrementaba rápidamente.

Sin embargo, al finalizar ese año de 1934, el alcalde ingeniero Plutarco Elías Calles informó por última vez, diciendo que los ingresos habían sido de un millón 80 mil pesos, y los egresos de un millón 79 mil pesos, es decir: lo que entró, salió.

Pero acababa de inaugurar el alumbrado público de la calle Centroamérica, hoy avenida Venustiano Carranza, que limita desde entonces el llamado primer cuadro de la Ciudad y era el frente del Panteón Civil desde 1849 cuando el prestigiado médico José Eleuterio González, ante el regreso del Cólera Morbus, exhortó al alcalde José María de la Garza y Garza que abriera un nuevo cementerio o panteón municipal en un predio alejado de la Ciudad, mismo que el siguiente alcalde Manuel María de Llano acondicionó. 

Ahora la Ciudad estrenaba el edificio de la Inspección General de Policía, ubicado por la misma calle, frente al panteón municipal, a la altura de la actual Ruperto Martínez.

Y a pesar de la falta de recursos, se terminaron las pavimentaciones de las actuales avenidas Bernardo Reyes y Madero al poniente, hasta el nuevo Hospital Civil ubicado en la esquina de la Calzada Libertad, hoy avenida Gonzalitos.

Además se edificaron las escuelas presidente Abelardo L. Rodríguez (Colonia Independencia), Revolución (actual avenida Bernardo Reyes), Lázaro Garza Ayala (en Diego de Montemayor y Juan Ignacio Ramón) y Francisco I. Madero, con una inversión de 330 mil pesos.

Todo eso se pudo lograr en una época de crisis económica, con mayor razón nuestra Ciudad actualmente está avanzando mucho más, pues más de un millón cien mil habitantes y un área metropolitana de más de cinco millones, potencian sus ingresos de movimientos inmobiliarios.

Sólo que ahora tiene otros problemas graves que antes no existían o eran menores, como los de contaminación, seguridad y vialidad. 

Para enfrentar adecuadamente estos monumentales retos, Monterrey necesita más apoyos del estado y de la federación, pues ya no bastaría con organizar una corrida de toros, sino que se deben incrementar los impuestos y derechos municipales que ayudarían, aunque la solución está en las participaciones estatales y federales que deben catapultarse porque ya no vivimos en los fabulosos años treinta.