02/May/2024
Editoriales

Rodolfo Valentino, el guapo

En el medio de la farándula hay de todo. Artistas -hombres y mujeres-, simpáticos; adustos; cómicos; malhumorados; inteligentes; sagaces; cómicos; trágicos; felices, tristes y sexis.

Entre los varones hubo uno que destacaba por esta última característica: Rodolfo Valentino. 

Este italiano nacido en 1895, a los 18 años emigró a Estados Unidos, llegando a Nueva York y de inmediato consiguió trabajo de bailarín de tango en el Maxim’s, centro nocturno clasificado como de gran clase. 

De pronto se envolvió en un escándalo porque una mujer con la que Valentino tenía un romance asesinó a su marido, y en un par de días se convirtió en la comidilla del Maxim´s. de inmediato Valentino huyó rumbo a donde soñaba ir: a Hollywood.

En la Meca del cine causó furor entre las damas por su atractivo físico. 

Además su talante poco convencional fascinó a las multitudes que le seguían, y muy pronto ingresó a la industria de la cinematografía filmando catorce películas de gran formato, incluyendo ‘The Eagle’, que consolida su fama de galán y hombre atractivo con el sexo opuesto, y también entre algunos hombres ‘raros’, como les decían en ese tiempo a los homosexuales. 

En 1926 se divorció por segunda vez y entonces sí, las mujeres se le fueron de frente, convirtiéndose indiscutiblemente en el soltero más codiciado. 

Sin embargo, después de una fiesta en su honor, amaneció con un fuerte dolor estomacal y en el hospital se prepararon para operarlo de una úlcera y amputar la apéndice que estaba afectada, pero al abrirlo el grupo de médicos que atendía a la celebridad se dio cuenta que el ácido úrico había impregnado parte de su cuerpo y penetrado en el corazón. Con semejante complicación, seis días después, Rodolfo Valentino, el más famoso de los “Latin Lovers” del cine mudo, murió el 23 de agosto de 1926, a la edad de 31 años.

Durante un buen número de años, una misteriosa “dama de negro” visitaba la tumba del artista, y se corrió la especie de que era una princesa que lo amaba. 

Pasado el tiempo, una famosa compañía distribuidora de películas confesó haber inventado al personaje para mantener viva la mística de Rodolfo Valentino y continuar vendiendo sus películas mudas.

La actual tecnología hace maravillas con los rostros y cuerpos de los artistas, al grado de que uno encuentra en algún aeropuerto a una actriz famosa y muchas veces no la reconoce.

Sin embargo, en la época de Valentino a lo mucho que llegaban era a polvearles  el rostro y remarcarle las cejas, así que el tipo debió ser realmente atractivo para las mujeres.