Espectáculos

Pedro Infante, el desentonado que se convirtió en el máximo intérprete de México

México - Muy nasal, con vicios de dicción, desentonada en las notas agudas pero con tesitura de tenor operí­stico definió el director artí­stico de la XEB, Ernesto Belloc, a la voz de Pedro Infante en 1938, cuando el cantante buscó una oportunidad en la afamada estación de radio.

El pianista, junto con el músico Julián Morán y los operadores Luis Prudón y Raciel López Varela, se encargaron de hacer la primera audición al sinaloense.

El resultado fue negativo, pues los nervios traicionaron al í­dolo mexicano, a quien recomendaron que mejor siguiera su camino como carpintero.

"í‰l era muy joven (21 años). Procedente de Culiacán llegó a la Ciudad de México acompañado de Marí­a Luisa León, quien no sólo se sentí­a su pareja, sino también su madre. El mito que se difundió es, precisamente, que no gustó y lo corrieron de la XEB", relató el escritor Pavel Granados, coordinador del catálogo de música popular mexicana de la Fonoteca Nacional.

Ante la insistencia de Pedro, a la semana siguiente los ejecutivos le permitieron una segunda prueba y consiguió un contrato para cantar tres veces por semana en la radiodifusora, por lo que su situación económica mejoró y el 19 de junio de 1939 contrajo nupcias por el civil con Marí­a Luisa y el 1 de julio del mismo año por la iglesia en la Catedral Metropolitana.

Luego de ganar un concurso de aficionados en el Teatro Colonial, de cantar por las noches en el cabaret Waikikí­ y en el Salón Maya del Hotel del Prado, en 1942 logró grabar dos temas con la RCA Ví­ctor Mexicana.

"Pero fue su debut y despedida", comentó Granados en entrevista con Notimex, porque sólo se vendió una quinta parte de un tiraje de 500 discos. Los productores le dieron su carta de retiro y le aconsejaron que dedicara su tiempo a otra cosa porque no serví­a para ese oficio.

Hoy, a 75 años de tal frustración, los temas "Guajirita" y "Te estoy queriendo", de Mario Ruiz Suárez, son considerados joyas musicales, por lo que a seis décadas de su muerte y a casi un centenar de su natalicio, Pável Granados afirmó que el llamado "ídolo inmortal" continúa siendo uno de los intérpretes mexicanos más reconocidos a nivel internacional.

En 2001 la desaparecida casa disquera Peerless, que grabó todos sus álbumes tras el rechazo de la RCA Ví­ctor, lo nombró "El cantante del siglo" al editar el disco "Imágenes" que contiene algunos de sus grandes éxitos.

Durante 15 años de trayectoria artí­stica el originario de Mazatlán, Sinaloa, no sólo cantó boleros, también rancheras, huapangos, corridos, sones, chachachá, guarachas, valses, tangos, festivos y hasta infantiles. Su repertorio suma unas 325 canciones grabadas.

"Fue un hombre desfachatado y despreocupado. Sabí­a que tení­a una gran voz y tení­a tanta confianza en él que se daba el lujo de ser desobediente, pues no se dejaba dirigir tan fácilmente hasta que ciertos directores de orquesta lo metieron en cintura.

"Le dijeron que, por lo menos, tení­a que aprenderse la letra de las canciones porque no lo hací­a y las cantaba como él querí­a", platicó el autor del libro "XEW. 70 años en el aire" (Clí­o 2000).

El compositor Manuel Esperón decí­a que "cantaba como chivo y muy ladino (agudo)", pero que él le habí­a bajado los tonos para convertir su voz en suave.

"Pedro empezó siendo parte de los 'crooners', quienes eran los estribillistas de las orquestas a principios de los años treinta. El más importante de la época fue Fernando Fernández.

"Esos cantantes poseí­an voces a medio tono, muy definidas. Eran las que hablaban a susurro, por ello Pedro tuvo la formación de boleros y serenatas í­ntimas hasta que sobresalió como intérprete de música ranchera", explicó el especialista en música y compositores mexicanos.

Su gran competidor fue Jorge Negrete, quien despectivamente le decí­a "Pedrito", mientras que Infante siempre se dirigí­a a él como "señor Negrete".

"El primero podrí­a ser altanero, pero al mismo tiempo una especie de niño regañado. Fue generoso, alegre y, debido a su apariencia, en el cine siempre le dieron papeles del hacendado, del déspota. Gracias al apoyo de su familia aprendió a cantar zarzuelas y arias.

"Pedro, por su parte, era más de relajo. Era el joven de Guamúchil que llegó a la Ciudad de México imitando las voces de la radio y no tení­a la potencia de Jorge.

Cuando ambos se colocaron en el mismo nivel de éxito Manuel Esperón los corrigió porque a los dos se les olvidaban las canciones y pedí­an al público que las coreara o chiflara.

"Les dijo que si la próxima vez hací­an algo similar él dejaba la batuta y se iba del teatro. En ese momento, el maestro señaló la personalidad de cada uno: 'Jorge cantaba a todo pulmón y era el ideal para dar serenata a una mujer que viviera en el quinto piso, mientras que Pedro tení­a una voz para cantar al oí­do".

De ahí­, subrayó Granados, que a Negrete le asignó un repertorio compuesto de temas como "Cocula", "Esos altos de Jalisco" y "Serenata tapatí­a", mientras que a Infante le entregó "Amorcito corazón", "No volveré", "Mi cariñito", "Mí­a", "A la orilla del mar", "Yo soy quien soy" y "Maldita sea mi suerte", entre otras.

"A su llegada a México Pedro querí­a ser un cantante de boleros porque se fascinaba con Agustí­n Lara y Gonzalo Curiel, pero poco a poco la Peerless lo fue llevando a la música ranchera y la primera canción que grabó bajo ese género fue 'Soldado raso'", indicó.

A este tema siguieron "El durazno", "Mañana", "Noche plateada", "Sobre las olas", "Viva mi desgracia", "Allá en el rancho grande", "Cielito lindo", "Mi cariñito", "Cartas marcadas", "La barca de oro", "Dicen que soy mujeriego", "Adiós mis chorreadas", "Sus ojitos" y "Tú, solo tú", entre otras.

Aunque habí­a otros cantantes de la época como Miguel Aceves Mejí­a, lo cierto es que Jorge y Pedro no dejaron crecer a grandes voces de la música ranchera, sólo hasta después de su muerte.

Y aunque el llamado "ídolo de México" hizo mucho por el bolero, en opinión del experto no se le reconoce esa labor, pero sobresalió a través de canciones como "Cien años" y "Amorcito corazón".

De acuerdo con Pavel Granados, escritor de libros como "Mi novia, la tristeza" (2008) y "Lanzando un sueño: retrato í­ntimo de Joan Sebastian", el cantante sufrí­a de problemas económicos debido a que prestaba dinero a sus hermanos, a su madre y gastaba en mujeres, en sus esposas, en sus hijos y en varios lujos.

"La Peerlees no pagaba regalí­as. Le daba mucho dinero por una grabación, pero era pago único y como tení­a tantos compromisos pedí­a estar grabando todo el tiempo, a veces sin tanta calidad. Es decir, trabajaba a destajo y siento que hay etapas en las que no es tan bueno", opinó.

Entre los compositores que descubrió Infante destacan Cuco Sánchez, Tomás Méndez, Alberto Cervantes y José Alfredo Jiménez.

"De no haber muerto Pedro Infante, José Alfredo y él hubieran hecho gran mancuerna, ya que en los pocos años que coincidieron le grabó éxitos como 'Ella', 'Tú y las nubes', 'Muy despacito', 'Tu recuerdo y yo', 'Cuando sale la luna', 'Un mundo raro', 'Los gavilanes', 'La que se fue', 'Serenata sin luna' y 'Tu enamorado', entre otras".

Aunque "Las Mañanitas" con Pedro Infante es un disco infaltable en los hogares de las familias mexicanas y en cada cumpleaños es el más pedido por el agasajado, para Pavel Granados "Amorcito corazón" es la canción emblemática en su carrera y parteaguas en el repertorio popular de México.

"Pedro de Urdimalas y Manuel Esperón siempre estuvieron cercanos a él. Pensaron que su canción era para su voz, con todo y el significado del silbidito y su relación con Blanca Estela Pavón. Al parecer, el dí­a que se grabó, el 23 de abril de 1949, no llegó la orquesta y Juan Buitrón con su mariachi, acompañó la versión naciendo así­, el bolero ranchero".

"Bésame mucho", que interpreta en la pelí­cula "ATM A toda máquina" (1951) fue relevante en la trayectoria del í­dolo debido a que mezcla en ella el inglés con el español, muy al estilo de Frank Sinatra.

"Es una de las favoritas de la gente porque fue la oportunidad de ver a varios Pedros Infante; incluso, para él mismo fue una especie de conquista llegar a los tobillos de Sinatra, quien era uno de sus í­dolos, por ello es que coqueteó con seguir en ese tenor, saliendo de los centros nocturnos vestido de traje y muy elegante".

Si hoy se hiciera un ranking de las mejores canciones grabadas por Pedro Infante, Granados seleccionarí­a a "Amorcito corazón", "Dí­a nublado", "La tertulia", "El mil amores", "Muñeco de cuerda", "Duerme", "Farolito", "Qué te ha dado esa mujer", "Cien años", "Flor sin retoño", "Yo no fui" y "Nana Pancha".

"Pedro Infante es la representación de nuestra patria y es una patria con bonita voz, entonado, dicharachero y galán, serí­a como el esposo de la Suave Patria. Fue alguien muy cercano, alguien que tuvo una cualidad que a lo mejor vista desde otro punto es un defecto, porque ni en el cine dejó de ser Pedro Infante.

"En sus pelí­culas era el recién llegado a la Ciudad de México, el joven talentoso que tení­a un golpe de suerte, el que sabí­a cantar al oí­do y se fue a vivir al centro de las familias mexicanas, quienes lo sentí­an como un integrante más y aún lo llevan en su corazón", concluyó.