19/Apr/2024
Editoriales

La llave maestra de la riqueza

Entre la literatura motivacional moderna hay un libro de Napoleón Hill llamado La llave Maestra de la Riqueza, en el que el autor ofrece un manual filosófico sobre todo tipo de riqueza, en donde incluye a la felicidad como una forma muy importante del concepto riqueza.

Napoleón Hill trabajó para el presidente Wilson como consejero de relaciones públicas, y con Roosevelt fue quien arrastró el lápiz para las famosas “charlas informales” que pasaban por la radio durante la Gran Depresión. Además fue el asesor principal de Manuel Quezon antes de que fuera el primer presidente de Filipinas. Este libro (La llave de la riqueza) lo empezó a la edad de 25 años como periodista de la revista Success, entrevistando al magnate del acero Andreu Carnegie, quien le anticipó antes de recibirlo que estaba dispuesto a darle la mayor parte de su fortuna, pero se refería a la sabiduría, no al dinero, pues en ese momento Carnegie era el hombre más rico en Estados Unidos. Después de esta entrevista, Hill se dedicó por dos décadas a conseguir reuniones de trabajo con todos los magnates.

De ahí salió el material para su exitosísismo libro Piense y Hágase Rico, que vendió 20 millones de ejemplares. Luego vinieron otros libros que tuvieron éxito hasta que escribió a sus ocho décadas de vida La llave Maestra de la Riqueza, texto bien cuidado en el que por ningún lado se advierte que esté dando una llave al lector, pero sí le proporciona 17 principios o puertas que se deben pasar para llegar a la fuente de la riqueza. Para comenzar, dice Hill que se requiere claridad en el objetivo, que permite convencer a que otras personas ayuden. La claridad de propósito cambia la bioquímica de la mente, dificultando sucumbir ante el miedo al fracaso.

El libro contiene varias historias de gente común que ha cosechado enormes recompensas por ayudar a los demás sin quejarse. Enumera 12 riquezas de la vida que son: actitud mental positiva; buena salud; armonía en las relaciones; estar libre de miedos; esperanza de obtener el logro; la capacidad  de tener fe; la voluntad de compartir los talentos propios; realizar un trabajo que se ame; una mente abierta a todos los temas; autodisciplina; la capacidad de entender a la gente; y la seguridad económica. Como se podrá observar Napoleón Hill dejó hasta el último sitio a la seguridad económica, dándole esperanzas a casi todos, porque quienes tienen una seguridad económica son realmente muy escasos.