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La IV T un eslogan sin resultados, AMLO desperdicia su gran credibilidad: Aguilar Camín (II)

 

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Hay huecos. No se ven los programas. Daré ejemplos. No llegan bien becas y pensiones. Los destinados a jóvenes no se cumplen. Los suspendieron. Llegan tardíamente. No marchan bien. Progresa no va.

Y se ha hecho mucho daño a personas -prosiguió su recuento el fundador-director de la revista Nexos-Recortes en la burocracia. Empresas detenidas en su desarrollo. Hay falta de confianza de los inversionistas. Llegamos a fines de octubre y la inversión sigue estancada. Efecto dañino, perdurable. Letargo que dura meses. Pues la economía no retoma su marcha de la noche a la mañana.

No tenemos noticia de que existan proyectos de inversión en infraestructura financiados por la iniciativa privada. Y las infraestructuras que financiará el gobierno, esto es la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto en Santa Lucía. Sembrando Vida, despiertan dudas. ¡Hasta de que existan verdaderos proyectos! Todo esto preocupa. Y así o asá ya se nos fue un año.

Viéndolo bien -observó el autor de Morir en el golfo y una veintena de libros más-, López Obrador empezó a gobernar en el mes de julio del 2018. Entonces Enrique Peña Nieto hizo un indescriptible mutis. Mutis espectacular. Peña Nieto se autoborró. Se olvidó de lo importante.

 

Argumenta, explica, descifra, sugiere a gran velocidad. Sugiere soluciones. Contempla posibles escenarios. Parece poseer un cofre atestado de fórmulas útiles. Héctor Aguilar Camín penetra el tiempo futuro. Para alertar. Para evitar peligros.

Sí. Se fue ya un año. Bueno, pues así se van los gobiernos. El tiempo. Veo que el presidente López Obrador tiene mucha credibilidad. Y por ello se siente impelido a lo que hace. Cree en su acción. La gente, el pueblo lo recibe bien. A él. Pero no a su gobierno. Le creen, lo aprueban. Repito: a él. Pero a su gobierno, no.

Su combate a la corrupción no alcanza una calificación alta. Su desempeño en economía la recibe muy baja. Y la seguridad es tenida por muy baja. Así las cosas, López Obrador debe tomar nota de cómo valoran su gobierno. Comprobará que la valoración de su persona es alta. La de su gobierno, baja.

Saludó la llegada de su hijo Mateo. Sonrió a Greta, su nuera. Y le alegró la presencia de sus nietos. Lucio y Héctor. Niños de alborotada cabellera cuyas conductas observa puntual, regocijadamente. "Andan en los tres años y medio. Son magníficos. Increíbles”.

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-¿Qué opina usted de la 4T?

Es un eslogan. Lo usan. Usarlo es conceder una transformación que no es. Que no sabemos. Una transformación es cosa de mucho tiempo. Se entrega al tiempo. A ver. Yo llevo muchos años dedicado al estudio de la Revolución Mexicana. Trabajo para bien. Me pregunto: ¿Cuál fue su transformación? Nuestra revolución causó muertes, destrucción. Incendió al país. Luego lo pacificó. Un siglo después, todavía no sabemos a ciencia cierta en que radica la transformación de ese movimiento.

Con buen humor relató:

Entrevistaron a Chou-en-Lai sobre la Revolución Cultural China. "Aún no conocemos los efectos de la Revolución Francesa. Y eso ocurrió en 1789", respondió el compañero de Mao.

Sí -murmuró- la 4T. Una fiesta. Un gobierno de escasos, nulos resultados con un presidente de alta credibilidad.

-¿Cómo ve al equipo del presidente López Obrador?

¡No se ven! -fue la contundente respuesta. El presidente no los deja. Todo el espacio público lo ocupa el presidente. Hoy tiene atención y credibilidad. Ya le llegará el tiempo de recoger varas. Es un error político aparecer -hablar- 2 horas diarias. Hasta Aristóteles se equivocaría muchas veces.

Y esta una opinión pública rápida, quisquillosa, neurótica que inventa e irrita. Castiga con necedades. Hay una molestia real. Con razonamiento pobre. No deja hueso sano.

 

López Obrador reparte mal. Eso explica la nula aceptación que tiene el gobierno. Veamos lo que hay -convidó Aguilar Camín-. E imaginemos que en diciembre próximo nos regala un Nuevo Gabinete. Cambio total. Como si fuera a empezar el sexenio.

Es que no se puede. 25-27 cabezas de sector. Dando la cara. No sólo el presidente gobierna. El peor líder es el que se ocupa de todo...

-¿Lo conoce?

Sí. A mí me cae muy bien. Lo conocí años atrás en Tabasco. Un movimiento indigenista de los chontales. López Obrador posee gran encanto personal. Es un buen tipo. Un buen hombre de buenas intenciones. La realidad lo vuelve autoritario e intolerante. En el fondo, López Obrador es hombre político muy distinto. Ya se sabe. Los hay de escalafón. Los que nunca salen de la oficina. Él es de intemperie. De estar en medio de la gente.

Le precede -la anuncia- su cariñosa sonrisa: Ángeles. Tangencialmente se pone al tanto. ¿De qué hablan? ¿Cómo están? ¿Necesita algo Héctor? ¿A qué hora se sentarán a la mesa? ¿Dónde están, a qué quieren jugar los gemelos Héctor y Lucio?

Y Aguilar Camín, cuya novela Adiós a los padres, se publica en lengua inglesa admite:

Participó en la Cumbre de Negocios que organiza el licenciado Miguel Alemán Velasco. ¿Qué le dejó?

Vi una cosa a la que creo que el gobierno debe prestar mucha atención. La cumbre de Cancún se ocupó de la tecnología digital. De la disrupción tecnológica. De nuevos instrumentos tecnológicos que ya rebasan, muy fácilmente los instrumentos de la productividad moderna.

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Vi ahí una de las grandes omisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Un aspecto al que no atiende su administración. Omisión que hace un vacío enorme. Descuida un eje -igual de enorme- de riqueza y productividad.

Si los niños no tienen ese saber -conocimiento que significa estar a tono con el momento-, no van a poder, no van a competir, no podrán con esa civilización.

Esa cumbre convocó a lo mejor del mundo. Expertos de empresa. De China. De Europa. De Estados Unidos. Produjo un gran mensaje. Que López Obrador debe atender. La estrategia de la cumbre tecnológica. López Obrador debe tener ¡ya! una política ambiciosa ante lo tecnológico. En la educación de esta alta tecnología.