02/May/2024
Editoriales

“El oficio de historiar”

Si alguien piensa que un libro o monografía de un pueblo pequeño es “historia pueblerina”, debería de leer “Pueblo en vilo” del creador de la micro historia Luis González y González, que convirtió la realidad de un pueblo de 2000 habitantes, en una extraordinaria historia universal, que debe ser leída por los amantes de la crónica ya que la vida de muchos pobladores, se convirtieron en protagonistas de la historia y fue piedra angular para historiadores y principiantes .

 Nacido en San José de Gracia, Michoacán, el 11 de octubre de 1925, un pueblo anónimo, si Luis González y González no lo hubiera sacado del olvido, con la publicación de un libro sencillo, describiendo las leyendas de su terruño, como los tesoros enterrados, los aparecidos, el cometa Halley y una serie de historias de hechos y acontecimientos sobresalientes de principios del siglo pasado, rescatando hechos verdaderos que sucedían cotidianamente en un asentamiento perdido en la región occidental del estado de Michoacán a tan solo 10 kilómetros del Mazamitla, Pueblo Mágico, “Pueblo en vilo” se convirtió en un éxito editorial, la primera edición fue de 1000 ejemplares, la segunda de 10,000 y en 1984, la Secretaria de Educación Pública en su serie “Lecturas Mexicanas” lanzó 50,000 ejemplares además, fue traducido al inglés y francés, sin ficción, contando historias cotidianas y verdaderas, dando nombres y fechas, que comprende desde su fundación, la Revolución Mexicana, la gripe española, la revolución cristera, la revolución agraria, los de arriba, los de

abajo, dando pormenores de nombres, haciendas, territorios, hasta la llegada de la electricidad, como muchos de nuestros pueblos entre 1957 y 1967.

 Estudió en el Colegio de México, sus maestros fueron Silvio Zavala y José Gaos, además dejó un impacto académico en sus alumnos entre los que se encuentran Enrique Krause, Jean Meyer, Aguilar Camín, Jorge F. Hernández, entre muchos otros. Algunos de sus principios fundamentales eran que el historiador debería de trabajar por placer, que el historiador sirve para contestar las preguntas que se hacen sobre el pasado, que aparte del recurso de las fuentes, debe existir la vivencia de algunas cosas que se consignan, además de escribir de manera sencilla y en el idioma cotidiano.

  Recibió numerosos reconocimientos, por “Pueblo en Vilo”, obtuvo el Premio Haring de la American Historial Association (1971), Premio Nacional de Filosofía y Ciencias Sociales (1983), fue Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y desde 1987, Miembro del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México. Fundó El Colegio de Michoacán en 1979, donde fue Presidente hasta 1985 cuando fue nombrado Profesor Emérito en 1995. Nombrado Doctor Honoria Causa por la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo. El Senado de la República le otorgó la Medalla Belisario

Domínguez el 23 de octubre de 2003. Ingresó al Colegio Nacional en 1978 con el trabajo “La historia académica y el rezongo del público” contestada magistralmente por su maestro Silvio Zavala.

   Al final de sus años, se fue a vivir a la casa donde nació en San José de Gracia, pero no dejó de escribir y colaboraba para la Revista Siempre, dictaba conferencias y recibía a quien quisiera hablar de Historia. Murió el sábado 13

de diciembre de 2003 en su querido pueblo, donde fue sepultado, dejando un gran legado de libros y publicaciones que no pierden vigencia como “El oficio de historiar”, “La tierra donde estamos”(1971), Zamora (1979), Sahuayo (1979) y muchos otros que como homenaje, deberíamos de releer los preocupados por la historia.

 

Fuentes: “Pueblo en Vilo”, ”El Colegio Michoacano”.