Amigos aficionados, continuamos con el libro "Arte y Figura" de mi autoría:
"LA ESPERANZA ES LA ULTIMA QUE MUERE"
FERMíN FIGUERIS "EL BORIS"
Cuando nos tocó viajar a la ciudad de San Cristóbal, Venezuela, para estar presentes en su feria, pero particularmente para apoyar a ENRIQUE ESPINOZA "EL CUATE", quien era uno de los toreros mexicanos que formaban parte del serial.
Si bien la feria fue un éxito, hoy quiero hablar de los que no lo encontraron durante su vida torera, como es el caso de FERMíN FIGUERIS "EL BORIS".
Después del encierro de la primera corrida de feria, en los alrededores de la plaza un amigo venezolano y yo nos sentamos a tomar el almuerzo, de pronto se acercó un hombre de aproximadamente cincuenta años, un poco maltrecho, al escuchar mi tono de voz me preguntó si yo era mexicano, al oír mi respuesta afirmativa se sienta y me dice: "¿Sí recuerda al torero FERMíN FIGURERIS "EL BORIS?" y le respondo: ¿Es acaso aquel torero que a principios de los 80s llenó la plaza México por hacer el pase del "murciélago"? A lo que expresó: "el mismo, ese soy yo". La tertulia se puso interesante, lo invité a comer lo que nosotros degustábamos; a partir de ese momento tomó la palabra para no soltarla hasta el final. Entre otras cosas dijo: que después del ruido que armó con el pase del "murciélago", que consistía en colgarse con las corvas del anillo del ruedo y las piernas detenidas por su mozo de estoques, pasando al toro en forma por demás incómoda y peligrosa; con su par de banderillas a la "Pancho Villa", que consistía en tomar el par que traía enfundado en la taleguilla para luego ponerlas al violín; y recibir la alternativa en el "Nuevo Circo de Caracas" de manos de la gran figura mexicana, MANOLO MARTíNEZ, entró en un olvido total por parte de las empresas, por considerarlo muchos de ellos un "chaláo" del toreo.
Contó que después de eso ha deambulado por más de veinte años entre la pena y el sufrimiento, durmiendo muchas veces en donde se le hacía de noche, siendo la parte baja de las escaleras de la plaza uno de sus refugios más comunes, el poco dinero que ganó se fue acabando hasta quedar en nada, sin saber cómo Dios le había dado vida para subsistir hasta ese día. Pero, la ilusión de seguir siendo torero se movía dentro de su alma.
Dijo ser contemporáneo de "EL PANA", me pidió que a mi regreso a México hablara con él, porque no obstante tantas carencias, quería regresar. Consideré una locura lo que me decía. Sin embargo, meses después, aquel amigo venezolano -a quien le apodan "El Garapullo" en el medio taurino-, me comentó que "EL BORIS" quien nos acompañó aquel medio día en el almuerzo, no dejó de insistir en la lucha por volver, hasta reaparecer en la plaza de Mérida, Venezuela, haciendo honor al dicho, "La esperanza es la última que muere". Desde aquí le deseamos de corazón que Dios le tenga reservada una buena dosis de suerte, porque los años no pasan en balde.