27/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Diciembre 26 de 1837: el comandante del departamento de Sonora, José Urrea, proclama un plan a favor del sistema federalista y de un Congreso que restablezca la constitución de 1824. El presidente conservador Anastasio Bustamante había rendido protesta el 19 de abril anterior, y el 1º de mayo, el Congreso ratificó el Tratado de Paz y Amistad entre México y España suscrito en Madrid el 28 de diciembre de 1836. Pero el centralismo del doctor Bustamante era casi una convocatoria a levantarse en armas. El 6 de mayo, Esteban Moctezuma y Ramón García Ugarte lo hicieron en Río Verde, SLP, con el apoyo de las autoridades de Ciudad del Maíz. Y ese mismo mes vino la exigencia del Congreso al presidente Bustamante para que hiciera una reclamación diplomática a Estados Unidos por enviar buques de guerra en apoyo a la independencia de Texas.

Y las aguas de la política seguían revolviéndose más, cuando Mariano Paredes marchó con 400 hombres a San Luis Potosí a enfrentarse con los rebeldes a quienes venció: Murió Moctezuma y García Ugarte capituló. Pero al mismo tiempo crecieron los problemas con Estados Unidos porque México había incautado los buques Lousiana y Champion, por lo que el país sajón envió a Veracruz una flota encabezada por la fragata Constellation y cuatro corbetas al mando del comodoro A. J. Dallas y se negoció entre él y el comandante de Veracruz, Antonio de Castro, con la intervención del cónsul norteamericano, M. Burnough. Por cierto, este tipo reclamó ante la SRE de México las armas decomisadas por el bergantín Libertador, que navegando por las costas texanas apresó a varios buques gringos que llevaban armas y municiones para los texanos, y en uno de esos buques (goleta Independence) iba William H. Wharton, comisionado de Estados Unidos para el reconocimiento de la independencia de Texas. La cancillería mexicana se negó a regresar las armas hasta que comprobaran legalmente su propiedad. En agosto 7, el gobernador de Nuevo México, Albino Pérez, combatió una sublevación alentada por Estados Unidos, y tan estaban metidos los espías gringos, que las tropas que llevaba Pérez, al llegar al sitio del encuentro, se pasaron al bando rebelde, muriendo en la acción el gobernador Pérez y todos sus acompañantes autoridades civiles y militares. Ipso facto, el gobierno de Nuevo México fue asumido por José González, quien rapidito expidió decretos que anexaron Nuevo México a Estados Unidos. El separatismo texano era el ejemplo a seguir por estos mexicanos que pensaban que integrándose a Estados Unidos serían tratados muy bien. Y no se solucionaba el conflicto en Nuevo México cuando ya tenían que zarpar rumbo a Campeche los bergantines Libertador e Iturbide porque llegaron tropas norteamericanas que asesinaron a varios yucatecos en Sisal, Yucatán. En dos días de combate huyeron los norteamericanos rumbo a Galveston, siendo perseguidos por los mexicanos y el 26 de agosto el buque consentido de Texas, el Invencible, fue atacado por nuestros buques, El Brutus intentó socorrerlo pero quedó varado y finalmente el Invencible se estrelló contra un arrecife. 

Este es un hecho de armas ejemplar de que no siempre somos perdedores.

Pero los problemas internos continuaron pues el 23 de diciembre, el capitán Mariano Olarte, en Papantla, Veracruz, publicó un nuevo plan de rebeldía. En fin, que nuestra Nación tuvo en ese año tristes fiestas navideñas porque había prendidas varias lumbres separatistas que debilitaron tanto al país, que facilitaron –nueve años después- la derrota ante el ejército invasor norteamericano. En este momento que describimos, no había tanta diferencia en las fuerzas militares entrambas naciones, pues cada vez que se metían a nuestro territorio los extranjeros eran combatidos y en la mayoría de las veces con éxito. Las dos grandes derrotas –con norteamericanos y después con franceses- fueron propiciadas por problemas internos de mexicanos peleando contra mexicanos. Ojalá entendamos la lección que nos da la historia.