28/Apr/2024
Editoriales

Los nuevos corsarios

 

 

El problema no es el problema sino tu actitud frente al problema.           

Jack Sparrow

Pocas figuras son tan atractivas para los niños que la de los piratas. Los ven como tipos duros que no respetan las leyes y toman lo que se les atraviesa siempre por las malas. Es difícil que un infante imagine a piratas actuando con línea, es decir, por instrucciones de alguna autoridad; a esa misma conclusión podemos llegar con la actual delincuencia organizada, que el imaginario popular la considera absolutamente mostrenca. En cambio, al escuchar el término ‘Corsarios’ inferimos que son ejércitos de piratas que pelean bajo consigna de alguna instancia gubernamental.  En el siglo XVI, cuando España les llevaba delantera -gracias a Cristóbal Colón- a sus adversarios europeos en la conquista de nuevas tierras, las otras potencias como Inglaterra y Francia, que habían llegado tarde al proceso de reparto de los nuevos territorios, deseaban dañar a su enemigo España, así que le enviaban piratas para robar a los barcos españoles las riquezas que llevaban desde las minas de los pueblos conquistados a Madrid. Para desilusión de los niños debemos aclarar que esos barcos piratas, especialmente los del Caribe, tenían permiso de su nación, pues portaban una ‘patente de corso’, y corso significaba ‘persecución y saqueo de barcos’.  Este término, Corso, viene del latín cursus que es ‘carrera’, lo que da idea de cómo los barcos piratas perseguían a los navíos que serían sus víctimas. De ahí viene que a los piratas que tenían patentes de corso, se les llamaba corsarios. Y extrapolando ese concepto a los actuales tiempos, podríamos deducir que el crimen organizado realiza una especie de pirateo tomando lo que se les atraviese en el camino de comercialización de sus ‘productos industriales’. Pero ya cuando conforman grupos denominados Carteles, que tienen hasta un departamento de propaganda, eso equivale a ser Corsarios, es decir, portan una patente de corso de alguna autoridad. Los actuales Corsarios son los que agreden a sus competencias, los otros carteles que obedecen a otras autoridades de diferente jerarquía. En esa lucha de poderes, el único perdedor es el pasajero de las naves privadas, y más perdedor el que se mueve en solitario, que sale a producir la tierra o el taller sin guaruras ni paga un oneroso piso por trabajar.