03/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 20 de 1966: Día nacional e internacional del Ajedrez. La UNESCO propuso la institucionalización de este día para celebrar la fundación de la FIDE -Federación Internacional de Ajedrez- en el año de 1924. Actualmente existen unos setecientos millones de jugadores del Juego-Ciencia que ha apasionado por siglos a muchas personas en todo el mundo, especialmente en Rusia, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, y la India, país de donde es originario este maravilloso juego. El Ajedrez representa la lucha entre dos reinos. En este juego la pieza principal es el rey, de cuya vida depende todo pues, cuando se le da mate, acaba el juego. La figura del rey puede ser salvada por cualquiera de las otras piezas, comenzando con la reina, las torres, los caballos, los alfiles o hasta por un humilde peón si las posiciones en el tablero lo permiten. Jugar Ajedrez implica utilizar toda la capacidad mental, pues el número de posibles jugadas es casi infinito, y hay que elegir la mejor para posicionarse adecuadamente en el tablero defendiendo el rey propio y atacando al contrario.                                                                                                                           

 En 1996, el ajedrecista ‘de moda’ era Gary Kasparov, quien jugó contra una potente computadora de la IBM (llamada ‘Deep Blue’) programada para jugar Ajedrez. Kasparov le ganó, pero al año siguiente volvieron a jugar y la computadora lo derrotó. Esta hazaña de la tecnología llenó de entusiasmo a los programadores, y sirvió de aliciente para la creación de las primeras Apps que ahora son maravillosas. Esta prueba de la máquina contra el hombre no es nueva; en 1769 un ingeniero llamado Wolfgang von Kempelen inventó a ‘El Turco’ un autómata que podía jugar Ajedrez, con una forma de caja que traía la figura de un turco sentado a un lado. Este autómata tenía un brazo extensible con el que movía las piezas, y grandes personajes jugaron con El Turco, entre ellos Napoleón Bonaparte, a quien le ganó. Este aparato terminó siendo una pieza de exhibición en el Museo de Filadelfia, que en 1854 se quemó durante un incendio. Una vez destruido se reveló el secreto de El Turco: en el interior de la caja se metía un gran maestro de Ajedrez, y debido a una ilusión óptica diseñada por Kempelen, el doble fondo no se veía. Desde luego que en su momento había cualquier cantidad de especulaciones, como que era un aparato diabólico, y otros chismes parecidos.