19/Apr/2024
Editoriales

El cáncer

La historia de la humanidad está relacionada íntimamente con las enfermedades que se consideran mortales. Fácilmente identificamos a la viruela, el sarampión, la gripe española, la peste negra, el cólera, el tifus...

El avance de la ciencia ha ido encontrando los tratamientos adecuados para, si no desaparecerlas totalmente, disminuir sus condiciones de pandemias. Es claro que en esta época el Cáncer es la enfermedad más extendida por el mundo sin que se haya encontrado una medicina efectiva.

De 1979 a 2003, tan sólo en Reino Unido el cáncer tuvo un incremento del 8% en los hombres y el 26% en las mujeres. Debemos partir del principio de que el cáncer –comprobadamente- es una enfermedad de los genes. Es genético si consideramos que cada vez que una célula se divide, es necesario que copie su ADN, y una persona normal tiene a lo largo de su vida unas 100 billones de divisiones celulares. Por tanto, entre más viva, hay más posibilidades de que falle esa copia. El Cáncer se desarrolla cuando hay descontrol en la división celular, aunque muchos de esos errores son inocuos y no alteran la función del genoma, cuando una mutación afecta a un punto concreto, comienza el problema serio.

Estos errores genéticos pueden ser hereditarios, o adquiridos con la exposición a productos químicos cancerígenos. La célula que se divide incontroladamente transmite el legado genético mutante a su progenie, que al proliferar forma un tejido extraño y agresivo –un tumor- que puede dañar órganos, y metástasis hasta producir la muerte. Es común escuchar opiniones de conocedores hablando que estos avances de la enfermedad son debidos a la polución o a otros factores relacionados con el ambiente. Sin embargo, opiniones serias de científicos sostienen que el avance del cáncer es el propio éxito de la medicina moderna.

Esto es, porque la llegada de los antibióticos, las mejoras en la nutrición, y las medidas de saneamiento e higiene han conseguido que las muertes tempranas por infecciones disminuyan notablemente. Pero al incrementarse la duración de la vida se acumulan las alteraciones del ADN hasta el punto que pueden dar lugar a la aparición de tumores. La naturaleza genética del cáncer explica esta paradoja: a medida que nos apartamos de otros enemigos, muchas personas viven el tiempo suficiente como para desarrollar un cáncer. El reto ahora es conseguir que se convierta en una enfermedad crónica, y la genética tendrá un papel relevante. Claro que en cualquier momento podría aparecer la cura, pues la historia nos enseña que la humanidad encuentra “por casualidad” las soluciones a sus peores enfermedades cuando más lo necesita. La pregunta entonces sería ¿ya el cáncer representa un peligro para la sobrevivencia de la especie? ¿O es hasta ahora un medio de control que la naturaleza “aporta” al crecimiento demográfico?