_¿A quién echarle la culpa de esta terrible situación? ¿A los dioses? ¿A mis padres?... Yo no puedo saberlo.
Sin embargo, lo cierto es que esta incertidumbre me tortura, me mata.
Y lo peor del caso es que pasan los años… y ¡nada! ¡ni la mujer ni la yegua! ¡qué horrible es ser centauro!
Ernesto Zamora Martin