Editoriales

Saltimbanqui

 

 Se le dice así a quien ejecuta saltos y acrobacias en público.

Y en política se aplica a quienes brincan de un partido a otro, de un gobierno a otro, o de una ideología a otra.

Este tipo de políticos saltimbanquis no es nuevo, existen desde la Grecia antigua.

A Terámenes se le decía “Coturno”, el calzado de los actores que servía igual para el pie derecho que para el izquierdo, lo que describe su promiscuo comportamiento político.

También les dicen “chaqueteros”, y eso viene de las guerras religiosas de Francia en el siglo XVI, de católicos contra hugonotes. Cada ejército traía su propio color de casaca, los primeros la traían roja y los segundos blanca. Sin embargo, casi todas las casacas estaban forradas con tela de otro color, así que muchos soldados cuando estaban en aprietos, le daban vuelta a su casaca para salvarse.

El famoso Talleyrand era un maestro de la traición. Lo mínimo que se le podría decir es que era un maestro del arte del transfuguismo, pues era tan hábil que se mantenía siempre en cargos importantes, sin importar qué grupo gobernara. Estuvo bajo las órdenes de Luis XVI, pero después también estuvo con la República, con el Directorio, con el Consulado y también con el Imperio napoleónico. Después llegó la Restauración borbónica y continuó en el poder, ahora al servicio del nuevo rey Luis XVIII. Se le achaca la anécdota de cuando Francia se cimbraba con la revolución de 1830, donde se enfrentaban los liberales con Carlos X, y Talleyrand no salió por tres días de su casa y cuando vio que la reyerta disminuía le dijo a su criado: Los nuestros van ganando. El sirviente le preguntó: _¿Y quiénes son los nuestros? A lo que Talleyrand contestó: _Para estar seguro de eso, mejor te lo digo mañana.  

Pero con los avances democráticos modernos, libertades amplias, comunicaciones instantáneas, las salidas del closet y el cambio de sexo han hecho que el cambio de partido político sea un tema menor. Digo.