06/May/2024
Editoriales

Los inteligentes tienen buen humor

Estudiar Ingeniería es aprender de los grandes genios de la humanidad, como fueron Bernoulli (desplazamientos en la mecánica), Euler (cálculo infinitesimal), Gauss (medida de campo magnético), Newton (ley de la gravedad), y el gran Pascal, entre otros. 

 Este último genio era de nacionalidad francesa, se llamó Blaise Pascal, nació en 1623, y murió en 1662, es decir, vivió solo 39 años. 

 Cuando era apenas un jovenzuelo de 12 años, demostró que la suma de los ángulos de un triángulo siempre es de 180 grados. También es el autor de La Pascalina, una máquina que sustituía al ábaco, es decir, una especie de computadora de aquellos tiempos. 

 Sin embargo, su breve paso por la vida fue tiempo suficiente para ser uno de los primeros e importantes científicos y filósofos del siglo XVII, a quien se le deben principios ingenieriles importantísimos, tanto en la física como en la hidrodinámica y la hidrostática.

 Sus tesis, principios y teoremas son la base de los cálculos para las grandes embarcaciones modernas y tuvo talento hasta para sentar los cimientos del actual transporte público y las modernas computadoras. 

 Por si fuera poco, también destacó como filósofo por su espiritualismo e indagación de los límites de la razón. A él se debe la idea de: “el corazón tiene razones que la razón no conoce”. Y adicionalmente tenía la característica común entre las personas inteligentes: gozaba de muy buen humor.

 Está registrada la anécdota de cuando en cierta ocasión se refirió a un tipo fortachón que destacaba por su tamaño y peso mayor, sin embargo, era claro que no tenía grandes luces intelectuales.

 

 Pascal dijo a unos amigos que tenían a la vista al ejemplar mencionado: “Eso demuestra que un cuerpo puede tener mucho más volumen que capacidad” y seguramente soltó tremenda carcajada (esto ya es de mi cosecha). También debo aclarar que su muerte no se produjo a consecuencia de esa broma pesada, sino por problemas importantes en su vientre.