27/Apr/2024
Editoriales

La peluquería

Uno de los primeros inventos del hombre fue el peine. La vanidad ha acompañado a la humanidad desde siempre. Los avances en este rubro vienen desde el homo sapiens del periodo neolítico que ya se peinaba, y después llegó el invento del espejo, proliferó otro invento.

Es tan importante el cabello que al inventarse la peluca, vino un rayo de esperanza a la humanidad pues la calvicie ha sido uno de los primeros terrores a los que se enfrentaba. Así que, en todos los sistemas humanos de organización, el líder procura verse bien y ello incluye por supuesto, portar una cabellera agradable y por tanto, el arte del peluquero siempre fue bien apreciado. Los lugares especializados para tratar todo lo relativo al cabello se llaman peluquerías, que son muy antiguas, aunque no siempre de ese giro exclusivo pues un peluquero no se ocupaba todo el día en ese oficio. Pero el tema no es menor: Hace unos cuatro mil años, egipcios y babilonios ya usaban tónicos capilares para cuidar su cabellera. Es tan antiguo el culto al cabello que, en momias halladas en Egipto, se han encontrado pelucas ceremoniales pues según su creencia no convenía que el difunto hiciera su viaje final sin pelo.

Los griegos también fueron partidarios de la peluca y los romanos que ni se diga, pues consideraban la calvicie como una deformidad física. Dice Tito Livio que el gran militar cartaginés Aníbal usaba peluca cuando quería pasar desapercibido entre la tropa. En la Roma del siglo II, las mujeres de vida alegre enviaban señales de erotismo con sus peinados. Faustina, la mujer del emperador Marco Aurelio, era una coleccionista de pelucas. En la edad media había trenzas largas postizas que llevaban mujeres y hombres, siempre que fueran fabricadas con cabello propio. La revolución francesa puso de moda peinarse con pelo corto al estilo “Brutus”, el tipo que asesinó a César.

La historia registra a los asirios como los grandes peluqueros. Las mujeres lucían deslumbrantes cabelleras con forma de pirámides, o con bucles y rizos que llegaban a la espalda. Las barbas se recortaban con figuras geométricas que eran tan apreciadas al grado de que, en el mundo egipcio antiguo, las mujeres de la corte lucían barbas postizas en las ceremonias protocolarias. Ellos inventaron el uso de la barra de hierro caliente que antecedió a la tenacilla, espejos, navajas y cepillos de todo tipo. En nuestra generación vivimos la revolución musical de los Beatles, y al convertirse en ídolos mundiales pusieron de moda el uso de cabello largo y los cortes del tipo medieval.

En ese momento de principios de los años setenta, el oficio de peluquero tuvo un menoscabo hasta que la moda fue sí dejarse crecer el cabello, pero con peinados diversos y las peluquerías volvieron a ser exitosas. En la cultura judicial sajona, las autoridades usan desde tiempos inmemoriales hasta la actualidad, la “Allonge” que es una peluca color blanco con un par de bucles, moda que viene de cuando Luis XIII usaba una porque se estaba quedando clavo. El oficio de peluquero es bien apreciado actualmente y la peluquería está equipada por gran cantidad de aparatos modernos para garantizar una apariencia higiénica y atractiva. El popular cantante español se regodeaba cantando la exitosa melodía “Ni hablar del peluquín”Ah que don Valentín. La esposa se ha disgustao/ y el hombre dice chirrín/mañana te traigo un pargo/y ni hablar del peluquín.