23/Apr/2024
Editoriales

De lengua me como un plato

 

Siendo Esopo esclavo, su dueño le encargó prepar un banquete para sus más ilustres amigos; los manjares debían ser de lo más delicado que existiera en Grecia.

Llegada la fiesta, se sirvió a los comensales un plato de lenguas diferentes, con diversas salsas. El extraño manjar fue objeto de alabanzas. Vino el segundo plato y era también de lenguas, provocando entre los comensales comentarios finísimos y agudos chistes. Pero el tercer plato también era de lenguas, y el cuarto y todos solo de lenguas.

El dueño se molestó con Esopo y lo regañó muy fuerte delante de los invitados. _Señor, dijo el esclavo, me encargaste lo mejor para la comida y las lenguas son el platillo más rico, con ellas se dicen los discursos y los elogios, se aprenden todas las ciencias, se comercia, se suscriben contratos, se ama… ¿hay acaso otro manjar más preciado que las lenguas?

Los invitados aplaudieron la explicación, pero el amo dijo molesto aún. _Mira, Esopo, mañana regresarán a comer todos mis invitados, si hoy nos diste lo mejor que hay en Grecia, mañana quiero que sirvas lo peor.

Al día siguiente Esopo preparó otra comida, pero también de lenguas, que son lo peor que existe.