El pintor francés Claude Monet (1840-1926) siempre vivió emproblemado desde el punto de vista financiero, algo que es común entre los artistas. Pero él tuvo la suerte de sacarse 100 mil francos en la Lotería Francesa, lo que le permitió viajar por la campiña de su país pintando paisajes. A partir de 1908 comenzó a aplicar colores más intensos en sus obras, inaugurando un nuevo movimiento pictórico, aunque lo hizo debido a que su vista comenzó a disminuirse por un par de cataratas que nunca dejó que se las operaran. Se cuenta la anécdota siguiente: en 1883 estaba pintando un roble enorme que destacaba con un risco rojizo en La Creuse, pero hubo de interrumpir su trabajo tres semanas por mal tiempo. Cuando Monet regresó, el árbol estaba en plena floración, envuelto totalmente en capullos. Como desde 1874 había expuesto por primera vez sus lienzos con estilo impresionista -“Impresión, sol naciente”-, su fama ya era grande, así que habló con el alcalde para que le ayudara con personal del gobierno a que retiraran hasta la última hoja del roble y así se hizo. El genio continuó con su trabajo.
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