20/Apr/2024
Editoriales

El FBI

En México no hay cuerpos policiales prestigiados. Cada cambio de presidente o de gobernador, según sea el caso, se privilegia a una corporación diferente a la del gobernante anterior. Hoy vemos a una Guardia Nacional sepultando a la Policía Federal.

En Estados Unidos es diferente, pues desde 1908 que el fiscal Charles Bonaparte fundó el FBI (Federal Bureau of Investigation) ha sido la agencia investigadora del Departamento de Justicia norteamericano. Su central está en mero Washington, con 56 oficinas locales en las ciudades más grandes de la Unión. Pero también existen 400 organismos en los pueblos pequeños, y otras 50 oficinas en otros tantos países, dentro de las embajadas.

Charles Bonaparte tuvo la iniciativa de crearlo con una jurisdicción de carácter nacional, no como los agentes del servicio secreto que eran locales, no dependían de la fiscalía y se estorbaban unos con otros.

A dos años de creado, el FBI tuvo su primer crecimiento importante: la Ley Mann prohibió el transporte de mujeres de un estado a otro, para “propósitos inmorales”, delito que fue atacado por su estructura policial.

Muchas de las oficinas del FBI están instaladas en ciudades fronterizas con México, para controlar, además del contrabando, en su tiempo, la información respecto de la Revolución Mexicana. En 1919 llegó como director William J. Flynn, tocándole en 1921 y 1933 la generalización de la delincuencia organizada en torno a la venta de alcohol, más el resurgimiento del Ku Klux Klan. En aquella época se prestigió tanto el FBI que no tuvo necesidad de mostrar más que resultados, y la gente creyó en esa institución. En 1924 se nombró director a John Edgar Hoover, quien lo revolucionó llevándolo al nivel de leyenda. Hoy día el FBI tiene jurisdicción investigadora en 200 categorías de crímenes federales, siendo la agencia policial más grande del mundo. Esperemos un par de años para ver los resultados de nuestra Guardia Nacional, pues será inevitable cotejar sus logros con los del FBI.