24/Apr/2024
Editoriales

El imperio Otomano

Los otomanos se quedaron con los restos del imperio romano en oriente. Esta gran potencia se llamó así por su fundador Osmán, un jefe nómada que a finales del siglo XIII declaró la independencia de su estado –el minúsculo Anatolia- de los turcos selyúcidas, la gran potencia de esa parte del mundo.

Todo comenzó cuando Osmán estaba en la casa de un hombre santo y soñó que la luna se levantaba del pecho del hombre santo y se colocaba en su propio pecho. El hombre santo le explicó a Osman que el sueño predecía que él y sus descendientes serían soberanos.

Con el estímulo de ese mensaje, Osmán y sus descendientes eliminaron a los bizantinos de Asia Menor y se fueron hasta los Balcanes, tratando mejor a los campesinos cristianos que sus señores cristianos, lo que los hizo muy fuertes. Los bizantinos, herederos del imperio romano, se habían quedado sólo con Constantinopla, hasta que en 1453 cayó también en manos otomanas. 

Ante el mundo, la Turquía Otomana sustituía al imperio romano, y eso impactó a toda Europa. Y por si fuera poco, en un alarde de fuerza, la gran ciudad de Constantinopla sería de ese momento en adelante: Estambul. Ya era de los otomanos la península balcánica y estaban a tiro de piedra de Viena. El gran imperio otomano se extendía desde el mar rojo y el golfo pérsico hasta Hungría y la costa de Berbería en el norte de África. Ya estaban a punto de dominar absolutamente todo el mediterráneo. El sultán Mehmet II que había conquistado Constantinopla, hizo lo mismo con Grecia y estableció una cabeza de puente hasta el mar Negro en Crimea. Sus sucesores Bayasid II y Selim I, conquistaron Siria, el levante, Egipto y parte de Arabia, incluyendo las ciudades santas de La Meca y Medina.

Llegaron a su máximo esplendor con el hijo de Selim, Soleimán I conocido como El Magnífico. Soleimán arrebató Mesopotamia a los persas, conquistó Hungría y Transilvania, pero en 1529 asedió a Viena y no consiguió dominarla porque se atravesó el invierno. El mismo Soleimán tomó la Isla de Rodas extendiendo el poder otomano hasta el Mediterráneo occidental. Esto duró hasta 1571 cuando los españoles se asociaron con los venecianos para enfrentar al imperio otomano en el mar y en la batalla de Lepanto derrotaron a los turcos. De ahí en adelante, comenzó una lenta decadencia hasta a finales del siglo XIX cuando murió Solaimán El Magnífico y Turquía se debilitó. Los sultanes se dedicaron a disfrutar de la riqueza y el poder, dejando la administración del imperio a los pachás, quedándose obsoletos, fuera de las revoluciones de: La Ilustración y la revolución industrial, mientras Europa y América aprovecharon estos dos movimientos para crecer. Sin embargo, fue necesario que estallara la primera guerra mundial para que cayera definitivamente el imperio otomano, pues se asoció con Austria y Alemania para pelear contra Rusia, Francia y Gran Bretaña. Al perder, se desmanteló el imperio otomano. Hoy día, la nación turca está disminuida, pero aún así, en la región la respetan, prueba de ello es que hace un año Rusia con el osado Putin al frente, reculó de unos supuestos ataques que iban a perpetrar contra Ankara –la capital turca- en represalia porque los turcos “bajaron” un avión comercial con proyectiles de tierra.