Internacional

Inicia gira el Papa por Chile y Perú…por razones políticas no ha visitado Argentina

 

El clima esa tarde en una estación de camiones en la capital argentina era casi insoportablemente caluroso, pero Amelia Cartes Novoa estaba sonriendo de oreja a oreja.

  “Estoy muy emocionada”, dijo Cartes el miércoles 10 de enero desde la plataforma en espera de abordar un camión que, en un viaje de 21 horas, la llevaría al otro lado de los Andes para acudir a una misa que el papa Francisco dará en Santiago de Chile el martes. “He realizado este viaje muchas veces pero este es particularmente especial”.

 Cartes es una de decenas de miles de argentinos que planean hacer el peregrinaje hacia Chile durante la alta temporada veraniega para ver al papa, que nació aquí, en Buenos Aires. Para el desagrado de varios de sus compatriotas, Francisco no ha visitado su nación de origen desde que fue nombrado pontífice en marzo del 2013.

 El papa Juan Pablo II, en comparación, visitó Polonia en 1979, a poco menos de un año de haber llegado al cargo papal. Su sucesor, Benedicto XVI, tuvo una parada en Alemania durante su primer viaje fuera del Vaticano en 2005.

 Sin embargo, casi cinco años después de que el arzobispo porteño Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el primer papa de origen latinoamericano muchos fieles argentinos se sienten confundidos y rechazados por su decisión de quedarse fuera de Argentina.

  “Es muy frustrante, porque parece que tiene tiempo para todo el mundo excepto nosotros”, dijo Geraldine Sánchez, niñera y de 19 años, mientras caminaba por el barrio de Flores, en el que se encuentra el hogar de cuando el ahora pontífice era niño. No hay más que una pequeña placa para conmemorarlo: “En esta casa nació el papa Francisco”.

 El papa no ha discutido mucho el por qué no ha visitado Argentina, aunque los analistas lo atribuyen, al menos en parte, a que no quiere quedar inmerso en la política polarizada del país.

 No es como que Francisco ha ignorado América del Sur, una región donde la influencia de la Iglesia católica romana ha ido en caída durante los últimos años.

 Cuando termine este viaje, el papa habrá visitado todos los países que rodean a Argentina, excepto Uruguay, y tres otras naciones de la región. Fue a Brasil en 2013; a Bolivia, Paraguay y Ecuador, en 2015; a Colombia, el año pasado; y, ahora, a Perú y Chile.

 Muchos en Argentina han interpretado el aparente desdeño hacia el país como una decisión de no entrar en contacto con el presidente Mauricio Macri. Francisco ni siquiera sonrió cuando este político de centro-derecha visitó el Vaticano en febrero de 2016, poco después de entrar al cargo.

 Francisco también tuvo una relación algo tensa con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y con su fallecido esposo y antecesor Néstor Kirchner cuando era el arzobispo de Buenos Aires; a veces hacía críticas veladas sobre la pobreza y la corrupción en sus discursos. Parece que hubo una reconciliación entre Fernández de Kirchner y Bergoglio cuando este llegó al Vaticano.

 Sin embargo, aunque en el viaje papal que inicia este lunes evitará tener encuentros incómodos con políticos argentinos, aún así habrá situaciones tensas.

 En Santiago, se prevé que el papa enfrente manifestaciones por haber mantenido en la diócesis de Osorno al obispo Juan Barros, acusado de haber ayudado a encubrir un caso de pederastia. Francisco nombró a Barros en enero de 2015 pese a que formaba parte del círculo cercano al reverendo Fernando Karadima, a quien el Vaticano halló culpable de abuso sexual en 2011.

 Francisco calificó como “tontos” a la sociedad civil y religiosa que protestó en Osorno en 2015.

  “No estamos convencidos de que el papa realmente ha asumido la política de cero tolerancia al abuso sexual”, dijo Juan Carlos Claret, de 24 años y uno de los organizadores de las protestas por la visita. “Ha mostrado una tolerancia infinita. Tiene todo el poder de hacer algo y prefiere quedarse ambiguo”.

 Perú también será espinoso. Al papa seguramente se le pedirá un comentario sobre el indulto extremadamente polémico que el presidente Pedro Pablo Kuczynski le dio en Nochebuena al exmandatario Alberto Fujimori, decisión que ha desatado protestas en todo el país. Además, Francisco ordenó que el Vaticano asuma el control del movimiento católico peruano Sodalicio ante denuncias de que el fundador abusó sexual, psicológica y físicamente a integrantes.

 Los escándalos por abuso sexual de clérigos son justamente una de las razones por las que millones de latinoamericanos se han alejado de la Iglesia católica en los últimos años. En naciones más prósperas de la región, como Chile o Uruguay, ha aumentado el laicismo. En países azotados por la violencia, una desigualdad rampante y pobreza, como Brasil, los evangélicos se han abierto camino entre quienes formaban la base histórica católica.

 La cantidad de chilenos que se describen como católicos cayó del 74 por ciento en 1995 al 45 por ciento el año pasado, de acuerdo con datos del Latinobarómetro.

 La disminución de los católicos en Argentina, según la misma encuesta, también ha sido significativa: de 87 por ciento en 1995 a 65 por ciento el año anterior. Aunque ahí la iglesia fue apuntalada por el nombramiento de Francisco, que fue celebrado con un afán similar al de una victoria en el mundial de fútbol.

 Autoridades eclesiásticas locales en Argentina reconocen que la gente está frustrada de que Francisco no ha visitado, pero piden paciencia. Jorge Oesterheld, portavoz de la conferencia de obispos del país, le dijo a una estación radial local que el papa “está buscando el momento“.

  “Es un poco doloroso que pase por arriba nuestro y aterrice en el otro lado”, reconoció Oesteherld.

 Es poco probable que suceda pronto una visita. En 2016, Francisco publicó un video de once minutos de duración dirigido al pueblo argentino en el que explicaba que no iría a casa en 2017. “El mundo es más grande que Argentina”, dijo. El Vaticano confirmó que no viajaría ahí este año tampoco.

  “Quiero que el papa venga a Argentina pero estoy de acuerdo que este no es el momento”, dijo Lautaro Bazán, de 20 años y quien aguardaba para subirse al mismo camión que Cartes. “Hay mucho conflicto social”, añadió en referencia a temas como las protestas violentas frente al congreso en diciembre después de la aprobación de una reforma jubilatoria.

 Yolanda Sotoa, de 50 años, también planea viajar a Chile como parte de una delegación de organizaciones sociales. Ella no culpa al papa por no acudir al país.

  “El papa es alguien que siempre peleó por los más pobres”, dijo Sotoa, quien hace su faena reciclando cartón, desde un taller en el barrio porteño de Parque Patricios rodeado casi por completo de material reciclado de la basura. “Es el polo opuesto de nuestro presidente, que representa la alta sociedad”, aseguró Sotoa.

  “Realmente no me gusta que no ha vuelto”, dijo Luisa Fernández, de 73 años, a su salida de misa en la iglesia a la que acudía Francisco de niño, cerca de su hogar infantil. “Refleja mal en el país”. No cabe duda, según Fernández, de que Francisco no ha ido a casa por razones “ideológicas” y como “protesta” contra el presidente.

 El gobierno ha intentado combatir esas interpretaciones políticas de las acciones del papa.

  “Hay que desdramatizar el tema”, dijo Alfredo Miguel Abriani, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Culto encargado de temas religiosos. “El papa es un hombre prudente y sabio y va a saber cuál es el momento para viajar a la Argentina. Tenemos que tener paciencia”.

 Juan Grabois, líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que organizó un comité de 700 personas integrantes de organizaciones civiles para ir a ver al papa en Chile, dijo que la obsesión con cuándo visitará Francisco Argentina es parte de una cultura de “ombliguismo”.

 

  “Estuvo 76 años en la Argentina”, dijo Grabois. “Ahora tiene que priorizar el resto del mundo”.