22/Nov/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Septiembre 20 de 1596: el explorador español Diego de Montemayor, que había sido alcalde ordinario de Saltillo y escribano real, funda la ciudad de Monterrey.  Ya habían fallado dos intentos previos: el primero en 1577 realizado por Alberto del Canto, que le llamó Santa Lucía, el segundo en 1582, por Luis Carvajal y de la Cueva, con el nombre de San Luis. Carvajal hasta traía permiso Real de fundar la Provincia del Nuevo Reino de León, pero fracasó por falta de cumplimiento al compromiso firmado con la corona, y porque él mismo fue acusado de encubrir a judíos, terminando muerto en la cárcel. Finalmente, en 1596 Diego de Montemayor llegó el 20 de septiembre acompañado de una docena de familias a fundar la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. De estas familias, nueve eran matrimonios, 14 hombres jóvenes, cuatro mujeres jóvenes, tres hombres sin familia alguna y un indio llamado Domingo Manuel, en total fueron casi 120 personas. Monterrey ha pasado por eventos muy difíciles debido a las condiciones climatológicas -largas sequías o terribles ciclones- que periódicamente llegan a su comarca, pero se ha sobrepuesto una y otra vez. Pasado el tiempo, en 1943, con motivo de una feria del libro, el enorme literato mexicano, don Alfonso Reyes –El regiomontano universal- habló así de su tierra natal: “Un río casi seco, más que río camino de pedruscos, se hincha de pronto y produce inesperados bordes. Monterrey ha sido inundada y reedificada varias veces. Tal es su fatigosa crónica. Nada ha faltado a su grandeza. Ni siquiera en los días aciagos de la invasión, la hazaña heroica y el sufrimiento valeroso.

 Allá se liquidó una etapa de aquella aventura sin gloria que, fuertemente castigada por la defensa regiomontana, prefirió en adelante escoger entre otras vías de penetración en el país. La ciudad se levanta luego de sus escombros. Pudo quedarse en categoría de campamento irregular, en pintoresca nidada del contrabando como las que cantan y aun exaltan nuestros corridos populares, rindiendo tributo a la virtud elemental del coraje y a la puntería de los rifleros del norte… pero la excelencia de aquella gente y la atingencia de algunos inolvidables gobernantes acabaron por transformar la ciudad en la segunda capital del país, alzándola hasta la figura ejemplar que hoy ostenta”.

 

¡Feliz cumpleaños número 428, querida Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey!