10/May/2024
Editoriales

El Abuelo

 

Ayer se celebró el Día del Abuelo, nostálgica figura que toma asiento en primera fila de las memorias familiares. Entre las imágenes íntimas de nuestra niñez, tan especiales y difíciles de describir como la fragancia de los jazmines, nuestros abuelos guardan un lugar especial junto al de nuestras madres, padres, e hijos, cerrando con broche de oro esta breve nómina.

Para el antecesor del padre y de la madre, sus tiempos siempre fueron mejores, pero en cualquier momento rejuvenece y palpita fuerte cuando se sabe abuelo. Al conocer el rostro de quien lleva su sangre, le nace un nuevo apetito de vivir más para criar al hijo de su hijo. Disfruta de cargarlo en brazos e invertir tiempo en el análisis de su talante y rasgos físicos. 

Abuelo en inglés se dice Grandfather, de traducción obvia. Es un padre mayor que teme a lo que dice La Biblia en Eclesiastés 12: 3 “No esperes a obrar bien cuando temblarán tus manos y piernas, y debilitadas las rodillas bambolearán los varones robustos, y cuando las muelas serán en corto número y estarán ociosas, y cuando quedarán en tinieblas los ojos que miran por las ventanas”.

Entiende que a su edad la vida ya es breve y quiere obrar bien. Quien llega a abuelo sabe que sólo si se ama se es feliz por lo que, al llegar a la ancianidad, -Edad relacionada con los abuelos-con toda su experiencia ama, y sus emociones adquieren mayor peso que los conocimientos; ríe, llora y sufre más intensamente. 

Por eso el abuelo perdona todo, no tiene tiempo para rencores. Reconoce sus yerros en la crianza de hijos y busca corregirlos otorgando reconocimientos excesivos a las virtudes del nieto. Vuelve a vivir al verlo caminar parecido a él o a su padre; cuando se equivoca y cuando acierta. Lo disfruta más que a sus hijos y busca ser su cómplice; no lo obliga a tomar la dosis de emulsión de bacalao, ni el tónico amargo para el apetito; le enseña a jugar ajedrez y a cantar sus canciones predilectas. 

Los abuelos exageran las virtudes de sus nietos. No conocí a mi abuelo paterno, pero disfruté al materno cuando de niño le “ayudaba” en su negocio de abarrotes; de él adquirí la costumbre de trabajar a deshoras. Ahora soy abuelo de diez nietos -seis mujeres y cuatro varones- que son súper inteligentes, mucho muy bien parecidos y de gran corazón. Usted cree que exagero, pero no es así; mis nietos son los mejores del mundo.