17/May/2024
Editoriales

Una figura esbelta

 

Ciertamente el gusto por la silueta del cuerpo humano ha cambiado a lo largo de la historia. En diversas épocas se prefirió que sus contornos fueran redondeados, es decir, las personas regordetas eran más bellas que las delgadas. 

Pero siempre se ha privilegiado en el gusto que el cuerpo, sobre todo el femenino tenga un contorno curvado, con una sensible disminución de la medida de la cintura.    

Y esto es ancestral, hay pruebas -una estatuilla de la diosa serpiente- de la cultura cretense hace 4 mil años, que muestra un armazón de placas de cobre ajustando una especie de falda a la altura de las caderas para afinar su talle. 

Las damas aristócratas cretenses usaban corsé para realzar y rediseñar esa parte de su cuerpo y no solo ellas, sino también en la Grecia y Roma antiguas se privilegiaba la figura esbelta. 

Homero describe el traje de Hera con el que seducía a Zeus, que integraba un corsé de dos cintos anchos que ceñían el talle y resaltaba el busto. Existe una estatuilla del siglo I de una mujer desnuda enredando su cuerpo con telas fuertes que oprimían su figura.

En tiempos del emperador Augusto se vendía a las damas de la alta sociedad una prenda adelgazante que era una faja para disminuir las medidas del abdomen. 

Se dice que hubo un médico Sereno Sammonico, que vendía una pócima que supuestamente adelgazaba, y el tipo se hartó de oro. 

Sin embargo, para el siglo XVIII ya no era agradable ver a los varones demasiado gordos, así que comenzaron a usar también su corsé. A mediados del XIX se llegó a extremos en los que las mujeres deberían tener una cintura de entre 44 y 54 centímetros de diámetro. Casos reales que ahora son cuentos humorísticos abundaron, como el de la emperatriz Isabel de Austria que se hacía coser sus trajes sobre el cuerpo desnudo. Luego llegó la faja, y después el sostén que, más para tener una figura esbelta, es para dar un aspecto de mayor voluptuosidad al seno femenino.

Los que somos proclives a engordar le entramos a casi todo, dietas, algo de ejercicio e incluso hasta pastillas que inhiben el hambre, pero la gran mayoría no soportamos vestir alguna ropa interior que oprime la panza para que nos cierren los pantalones.

Pero todos hacemos algo por frenar ese desmesurado crecimiento de la barriga.