Internacional

Los evacuados de Alepo ya sueñan con volver

"Fue una catástrofe. Recé la primera plegaria del dí­a, era la última en Alepo, y me puse a llorar", relata Mohamad. En Kahn Al Assal, en medio del aullido incesante de las ambulancias, los miles de evacuados de la ciudad siria deambulan desesperados sin saber qué hacer.

"No sé lo que voy a hacer, lo único en lo que pienso es en encontrar a mis familiares", agrega este profesor universitario.

Desde el inicio de las evacuaciones, más de 8.000 personas, la mayorí­a civiles, pero también rebeldes, han abandonado el último reducto de la rebelión, transportados en autobuses sobrecargados y ambulancias hacia Khan al Assal, una región en territorio rebelde a apenas 5 kilómetros al oeste de Alepo.

"He dejado mi patria, he visto Alepo por última vez", lamenta el profesor, que solo cuenta con una cazadora y un pañuelo para protegerse del terrible frí­o de diciembre.

"Queda mucha gente en Alepo que espera que vengan a salvar su alma", se desespera, después de que el régimen haya suspendido la evacuación este viernes, debido a "violaciones (del alto el fuego) por parte de hombres armados (...) que quisieron marcharse con rehenes", según una fuente militar siria.

Mientras, en Khan al Assal, los hombres van y vienen, envueltos en chaquetas de colores oscuros, acarreando sus pesadas mochilas a la espalda. Algunos no pueden contener las lágrimas.

Un niño, que parece flotar en medio de una cazadora azul eléctrico que le llega hasta las rodillas, se ha traí­do con él a sus canarios, que pí­an dentro de la jaula.

Otro, evacuado en camilla, con la mano vendada y el rostro esquelético, desaparece bajo una montaña de mantas de colores.

Los habitantes de los barrios del este de Alepo sufrí­an desde julio terribles penurias alimentarias por el asedio impuesto por el régimen.

- 'Volveremos' -

Para los evacuados, el calvario no ha hecho más que empezar.

Algunos intentarán hospedarse en casa de parientes instalados en territorio rebelde en la provincia de Alepo en la vecina de Idleb, último bastión de los insurgentes.

Otros encontrarán refugio en centros de acogida o campos de refugiados. Los heridos, por su parte, serán transferidos a hospitales de la región o a Turquí­a.

Khan al Assal sólo es una escala en el camino; las bolsas y petates son descargados de un vehí­culo y cargados en otros minibuses.

Gracias a internet y a los walkie-talkies, los diferentes hospitales de la región y los servicios de urgencia guardan una base de datos unificada para "enviar al enfermo inmediatamente al hospital que tenga una mesa de operaciones disponible", explica a la AFP Ahmad al Dbus, jefe de una unidad de médicos y voluntarios que coordinan la evacuación.

Los combatientes, por su parte, son acogidos por sus respectivas facciones, que van a recogerlos.

"Hemos dejado nuestra tierra", afirma Abu Ahmed Salah, de tupida barba blanca y aún con uniforme militar, con su arma colgada de bandolera. "Todo el mundo nos ha abandonado", lamenta.

"Si no nos unimos, nos encontraremos en una situación peor que la de los palestinos. Erraremos de una casa a otra, de un paí­s a otro", advierte. "Pero si nos unimos, volveremos a Alepo", promete.

Unos 40.000 civiles siguen atrapados en territorio rebelde en la excapital económica de Siria, según el emisario de la ONU para el paí­s, Staffan de Mistura, junto a entre 1.500 y 5.000 combatientes y sus familiares.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) estima que ya han sido evacuadas unas 8.500 personas, entre ellas 3.000 combatientes.

"Esperábamos que terminara el asedio", admite Abu Mohamad. Con un pie amputado por los combates, baja del minibús ayudándose de sus muletas. "Si dios quiere, volveremos a Alepo", desea.