17/May/2024
Editoriales

¿Si Rasputín adquiriera Coronavirus moriría?

 

A principios del siglo pasado la descomposición política en Rusia era creciente. La oposición bolchevique al zar Nicolás II creció tras su increíble derrota en la guerra contra Japón, pues los nipones hundieron el 70% de la flota rusa en Port Arthur y Vladivostok. Y luego vino el error de mover la flota del Báltico, dándole la vuelta a Europa y África para llegar al estrecho de Tsushima un año y medio después, tan solo para ser también derrotada en un dos por tres. Pero la masacre de manifestantes en las afueras del Palacio de Invierno del Zar, en San Petesburgo, donde murió un centenar de obreros que solo querían entregar un pliego petitorio de sus demandas laborales, fue la chispa que incendió al Imperio Ruso de los Romanov.

La angustiada aristocracia rusa decía que el influyente monje Grigori Yefimovich Rasputín era el causante de las malas decisiones del Nicolás II, pues corrompía a todos y a todas las personas que se le acercaban. Un pariente del zar, el duque Dimitri Pavlovich, planeó asesinarlo el 29 de diciembre de 1916. Para ello, convenció al príncipe Felix Yusupov de ser el ejecutor. Este joven de 19 años invitó a Rasputín a su casa, el palacio de Moïca, con el pretexto de que su mujer quería conocer de cerca al conquistador de damas aristócratas.

Desde luego que Rasputín aceptó; era proclive a convivir con nuevas mujeres, y más si se trataba de una joven hermosa de 18 años. Yusupov hizo preparar un pastel impregnado con una dosis de cianuro para matar a unas veinte personas, vertiendo él mismo el veneno en la dosis que le tocaría a Rasputín. Pero este le entró duro al pastel y luego de dos horas se veía alegre y divertido. Así que cuando Rasputín pidió algo de beber, un asustado Yusupov sacó su arma y le disparó a quemarropa. Un médico que estaba entre los invitados a la cena concluyó que aún estaba vivo. Pero como al rato su respiración se detuvo, bajaron el cuerpo al sótano del Palacio, y la sorpresa fue que Rasputín se levantó e intentó estrangular a Yusupov, quien apenas pudo escapar. Le tuvieron que dar otros cuatro balazos más para que cayera al suelo y a golpes de garrote le rompieron el cráneo.

Después los cómplices de Yusupov envolvieron el cuerpo y lo lanzaron al Río Neva. Cuando se encontró su cadáver en el agua, se constató que Rasputín había muerto ahogado. La pregunta que se antoja es: Un hombre con semejante resistencia ¿podría superar el contagio del actual Coronavirus? Lo más seguro es que no, porque esta pandemia no ataca a los músculos ni al cerebro del cuerpo humano, sino que invade otros órganos vitales, como son los pulmones. Y Rasputín de eso murió, de agua en los pulmones. Concluyo que, si Rasputín viviera en estos tiempos y no se cuidara, podría morir por este virus que trae al mundo actual patas arriba.