09/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Septiembre 25 de 1933: Inicia clases la Universidad de Nuevo León, en cuatro facultades y seis escuelas. El 31 de mayo de 1933 se había promulgado su Ley Orgánica que “procura la educación integral del hombre en un plano de absoluta igualdad y en justo equilibrio de fuerzas, valores y actividades”. Se matricularon 197 alumnos a nivel licenciatura y mil 229 de bachillerato. Abrieron: Medicina, Derecho, Ingeniería Civil, Química y Farmacia, la Normal, el Colegio Civil -Escuela de Bachilleres- la “Álvaro Obregón”, la “Pablo Livas”, Obstetricia, y Enfermería. 

Así empezó la Universidad de Nuevo León, con su primer lema: “Mi raza como norma, la humanidad como horizonte”. Los gobernadores Aarón Sáenz y Francisco A. Cárdenas sembraron la semilla que instituyó la educación universitaria, con una nueva Ley de Instrucción Pública que urgía al Colegio Civil a convertir sus cátedras en universitarias, y en ese momento numerosos profesionistas se sumaron a la empresa.                                                            

Sin embargo, pronto llegó la “socialización de la educación” del presidente Lázaro Cárdenas, y el rector Ángel Martínez Villarreal hizo la conversión ideológica sin libertad de cátedra. La reacción de los estudiantes fue irse a una huelga que llevó a la disolución de la Universidad, el 28 de septiembre de 1934, creándose la Comisión Organizadora de la Universidad Socialista. Al año siguiente, el 7 de septiembre de 1935, el gobernador Pablo Quiroga la sustituyó por Servicio de Cultura Superior que continuaba con las clases de orientación marxista. Se creó el Instituto de Orientación Social, la Escuela de Cooperativismo y la Escuela Normal Socialista. Mientras el Departamento de Extensión Universitaria promovía la cultura, el Departamento Deportivo fomentaba el atletismo, béisbol, fútbol soccer y fútbol americano. En diciembre de 1937 se creó la Escuela de Bachilleres nocturna, hoy Preparatoria 3, para que los obreros pudieran acceder a estudios profesionales. En septiembre de 1938 se fundó el Hospital Civil José Eleuterio González, en mayo de 1939 la Escuela de Música, y la Facultad de Odontología en septiembre. Pero en 1940 llegó Ávila Camacho a la presidencia de la República, quien regresó la libertad de cátedra y se restableció la Universidad de Nuevo León. Con una nueva Ley Orgánica en 1943, el gobernador Bonifacio Salinas Leal, el rector Enrique C. Livas, el comisionado de la Secretaría de Educación Pública, Octavio Véjar Vázquez y Raúl Rangel Frías, reanudaron con entusiasmo la enseñanza profesional. En esas circunstancias sobresalen por sus aportaciones Raúl Rangel Frías y Eduardo Aguirre Pequeño, quien fomentó la creación de nuevas facultades y escuelas, como Ciencias Químicas en 1943, Ingeniería Mecánica en 1947, y Arquitectura también en 1947. Ahora el nuevo emblema de la Universidad es una antorcha, la flama y un elipse de electrón, más el lema “Alentando la llama de la verdad”, que augura nuevo destino científico y humanista. En 1949 el rector Rangel Frías estableció la Biblioteca Universitaria “Alfonso Reyes”, el Instituto de Estudios Humanísticos y la Escuela de Verano, convocando a los mejores maestros del mundo. Se construyó el actual edificio de la Facultad de Medicina, y en 1952 el actual Hospital Civil –hoy Hospital Universitario- para prácticas de estudiantes. Nacieron Filosofía y Letras, y entre 1950 y 1954, Comercio y Administración, Ciencias Físico-Matemáticas, Ciencias Biológicas, y Agronomía, gracias al doctor Aguirre Pequeño. Economía nació en 1957. Se creó el Patronato Universitario y se consiguieron los predios del antiguo Campo Militar para la Ciudad Universitaria. Los mecenas fueron Luis Elizondo, Joel Rocha, Manuel L. Barragán y Federico Gómez. Durante la rectoría y después la gubernatura de Rangel Frías, se construyeron los edificios de Leyes, Ingeniería Mecánica y Eléctrica y el Asta bandera, inaugurados el 20 de noviembre de 1958. Hoy tenemos para fortuna nuestra, a una de las mejores y más grandes universidades de México. Las calificaciones de los organismos especializados son estupendos, sobre todo, las Facultades de Ingeniería Civil, Ingeniería Mecánica y Eléctrica, así como a la de Ingeniería Química, que son las mejores del país en sus respectivas especialidades. Esto es, además de garantía del alto nivel académico de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la reafirmación que desde hace buen tiempo sabíamos informalmente: nuestra Máxima Casa de Estudios es una institución útil a la sociedad neoleonesa y a la nacional que, además de la academia, fomenta al más alto nivel del país la cultura, las artes y el deporte. Felicitaciones en su octogésimo noveno aniversario a nuestra querida Universidad Autónoma de Nuevo León.