BRUSELAS — El papa prometió el sábado “ofrecer toda la ayuda posible” a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero para recuperarse, luego de que los afectados le contaran de primera mano el trauma que había destrozado sus vidas y dejó a muchos en la pobreza y la miseria mental.
La visita del pontífice argentino a Bélgica ha estado marcada por el escándalo de los abusos, y tanto el rey Felipe como el primer ministro, Alexander De Croo, criticaron el terrible legado de violaciones y abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes de la Iglesia católica, y el encubrimiento de esos delitos durante décadas.
Francisco se reunió durante más de dos horas el viernes con 17 sobrevivientes que exigen reparaciones a la Iglesia por el trauma que sufrieron y para sufragar la terapia que muchos de ellos necesitan. Dijeron que le daban un mes para estudiar sus demandas, algo que, según el Vaticano, el papa estaba haciendo.
“Hay muchas víctimas. Hay también muchas que siguen completamente arruinadas”, dijo Koen Van Sumere, un sobreviviente, a The Associated Press. “Yo he tenido la suerte de obtener un título y construir una vida. Pero hay mucha gente que está completamente arruinada y que necesita ayuda y que no puede permitírsela, y que realmente necesitan ayuda urgente ahora”.
Van Sumere se mostró animado por la “positiva” reunión con el papa, pero está a la espera de ver lo que sale de ella.
El sábado, durante un encuentro con sacerdotes y monjas belgas en la basílica de Koekelberg, Francisco reconoció que los abusos han creado “atroces sufrimientos y heridas” y mermaron la fe.
“Y se necesita mucha misericordia para no permanecer con el corazón de piedra frente al sufrimiento de las víctimas, para hacerles sentir nuestra cercanía y ofrecerles toda la ayuda posible, para aprender de ellas (...) a ser una Iglesia que se hace sierva de todos sin someter a nadie”, manifestó. “De hecho, una de las raíces de la violencia procede del abuso de poder cuando usamos las posiciones que tenemos para aplastar o manipular a otros”.
El pontífice comenzó la jornada desayunando café y cruasanes con un grupo de 10 personas sin hogar y migrantes que reciben ayuda de la parroquia de San Gilles de Bruselas.
Sentados en una mesa a la entrada de la iglesia parroquial, le contaron sus historias y le regalaron botellas de la cerveza que elaboran allí, “La Biche Saint Gilles”. Los beneficios de su venta financian las obras de caridad de la parroquia.
El papa les dio las gracias por la cerveza y el desayuno y dijo que la verdadera riqueza de la Iglesia es cuidar de los más débiles.
“Si queremos conocer y mostrar verdaderamente la belleza de la Iglesia, debemos darnos a los otros así, en nuestra pequeñez, en nuestra pobreza, sin pretextos y con mucho amor”, afirmó.
El desayuno estuvo presidido por Marie-Françoise Boveroulle, vicaria episcopal adjunta de la diócesis. Ese puesto suele estar ocupado por un sacerdote, pero el nombramiento de Boveroulle se ha señalado como un ejemplo de las funciones que las mujeres pueden y deben desempeñar en la institución.