09/May/2024
Editoriales

Encuentren solución al problema de movilidad

Las fotografías de Monterrey antiguo son una delicia. A principios del siglo pasado, la Ciudad era hermosa, de bellos edificios y amplias vialidades, que albergaba con amplitud a sus pobladores, con todo y sus carruajes. Cuando la transportación privada era de tracción animal e iniciaba el automóvil, el transporte público (Tranvía) usaba bestias, con cierto parecido al del actual Metro, con lindos carros metálicos estirados por mulitas, que los deslizaban sobre una red de rieles sembrada con itinerarios útiles.

Luego llegó el Tranvía eléctrico y existen gráficas bellísimas de la calle Zaragoza cuando pasaba frente al actual Museo Metropolitano que entonces era la Presidencia Municipal. El único vestigio de su existencia son sus vías sepultadas por los recarpeteos recurrentes de asfalto, aplicados para maquillar las fallas del pavimento, que impiden ver el lomo de riel.

Gana el auto al transporte público

Ahora el transporte privado dejó muy atrás al público en muchos aspectos. Somos mayoría los neoleoneses que nos trasladamos sentados en el solitario asiento de un automóvil, cuando deberíamos hacerlo en transporte público.

Los autos modernos son confortables y veloces, pero aíslan al conductor que levanta el vidrio de la ventana, y de lo único que se entera es lo mal que manejan los demás.

La exigua vialidad ya no puede hospedar a los dos millones de vehículos que la transitan; la superficie de rodamiento no creció en la misma proporción que el parque vehicular, y semejante monstruo exige gasolinerías, señalamientos viales, y muchos estacionamientos.  

Los embotellamientos viales o atascos, son la gran calamidad cotidiana, ya no sólo en los ‘horarios pico’, sino casi todo el día. 

Este fenómeno requiere de toda nuestra comprensión y apoyo. Si se tratara sólo del problema vial –que de suyo es grave-, sería menos dramático, pero también está colapsado el medio ambiente, pues la contaminación del aire es la más grande de la República.  

Ciertamente la contaminación tiene más fuentes, como es claramente la Refinería de Cadereyta, y otras industrias, pero la polución generada por los automóviles aporta mucho al problema. 

La Ciudad somos usted y yo, su familia y la mía, las familias de todos los que vivimos aquí.

Si queremos volver a disfrutar de esta maravillosa Ciudad, todos tenemos que aportar algo y entre más nos duela -como decía La Madre Teresa- es mejor, pues el estatus que consigamos lo defenderemos con uñas y dientes.  

El gobierno del estado está iniciando obras para construir nuevos ramales del Metro y, como es natural, hay vecinos que protestan porque sus propiedades se devaluarán una vez construida la estructura, y exigen que no sea Metro elevado, sino subterráneo. 

Claro que eso cuesta más y el gobierno se defiende para que sus recursos alcancen buscando construir más kilómetros de ese moderno sistema de transporte colectivo.

Es urgente que se llegue a un entendimiento entre el gobierno y los vecinos afectados, pues a pesar de que ya se dijo que cambiarían el proyecto para convertirlo en híbrido, es decir, una parte aéreo y otra subterráneo, se requiere voluntad política para encontrar una solución aceptable por todos. Eso es más importante que traer nuevas inversiones extranjeras.