San Sebastián.- El cineasta Pedro Almodóvar recibió de manos de la actriz Tilda Swinton el segundo Premio Donostia de la 72 edición del Festival de San Sebastián en el Auditorio Kursaal, donde realizó, emocionado y con lágrimas en los ojos, una encendida defensa de la libertad, en la ficción y en la realidad, 44 años después de debutar en el certamen en la sección Nuevos Realizadores.
“Estoy pasando muchas horas de un tumulto de emociones, ha coincidido el premio y la proyección de mi nueva película (La habitación de al lado) con mi cumpleaños, entonces desde que he llegado he estado al borde de las lágrimas e incluso en algún momento no he podido reprimirlas, porque está siendo más emocionante de lo que yo pensaba”, dijo en una rueda de prensa previa.
Recibido con aplausos y vítores en el Kursaal, sede del certamen, Almodóvar afirmó que su “pasión por el cine” ha dado una dirección a su vida y probablemente le ha salvado de muchos peligros. “A mi edad un premio como el Donostia puede indicar el final de un camino, y una recompensa por haberlo recorrido, pero yo no lo vivo así. Para mí el cine es una bendición o una maldición. No intuyo otro tipo de vida que la de escribir y dirigir sin pausa”, declaró, para advertir de que la alternativa “es el vacío”.
“Mi vocación ha sido y sigue siendo más fuerte que yo y todo lo que me rodea”, resaltó para afirmar que “este oficio es el mejor del mundo y merecía la pena que yo me entregara a él sin limitaciones; más que nunca, el cine es mi vida y mi vida no tendría sentido sin el cine”. A su juicio, “la vida, tanto en la ficción como en la realidad, es compleja y entraña multitud de peligros, pero sin libertad, la vida no merece la pena”.
“El cine es mi vida y mi vida no tendría sentido sin el cine”, Pedro Almodóvar.
El cineasta, que ayer cumplió 75 años y los celebró en San Sebastián, hizo un llamado a hacer lo posible por que las grandes tragedias, el dolor cotidiano, la incomprensión, la mentira, la falta de empatía, la injusticia social, el odio, todo lo negativo imaginable pertenezca solo a la ficción y que la vida real transcurra de un modo justo, en paz, y muy entretenida.
“Sé que pido demasiado, pero siempre ha sido así, desde que llegué a Madrid en 1970, pretendiendo dedicarme a dirigir películas”, refirió en la ceremonia en la que Juan Diego Botto, Victoria Luengo, Raúl Arévalo y Melina Matthews acompañaron sobre el escenario a Tilda Swinton, coprotagonista, junto a Julianne Moore de La habitación de al lado y al propio Almodóvar.
El director manchego subrayó que “mi película es mi respuesta a tantos mensajes de odio, como vemos y oímos casi diariamente” y aseveró que “nunca como hasta ahora el odio ha podido organizarse, de modo anónimo, impunemente; mi película representa lo opuesto -la empatía, acompañar y ayudar- y ojalá les emocione tanto como a los que la hemos hecho”.
Al entregarle el Premio Donostia, Tilda Swinton aseguró que el cine de Almodóvar “proporciona consuelo humano y familiar y nos ilumina” y agregó que “nos has cautivado, divertido, emocionado y acompañado durante casi medio siglo. Y no atisbamos el final”, mientras salpicaba en su discurso referencias a la filmografía del director manchego.
“Te felicitamos esta noche por tu incomparable aportación a la cultura mundial, por inspirarnos y por suscitar en nosotros un afecto tan incondicional. Has sembrado en cada uno de nosotros infinidad de tesoros. Tu obra hace bien al mundo, te lo agradecemos de todo corazón. Serás eterno. Somos seres humanos afortunados: tú haces que sea más fácil serlo a pesar de todo. Feliz cumpleaños, querido. ¡Que lo celebres como te mereces! Con todo mi amor y cariño, tuya, Tilda”, concluyó.
La gala fue presentada por el actor Eneko Sagardoy, que definió a Pedro Almodóvar como “un maestro del cine atrevido, original y personalísimo”. Al término de la ceremonia se proyectó La habitación de al lado, película que ganó el León de Oro de la Mostra de Venecia y ahora está entre las seleccionadas para los Premios del Cine Europeo 2024.