28/Sep/2024
Editoriales

El puente del río grande

 

Mientras pasa la tormenta y podamos saber los daños causados que, seguramente serán ínfimos respecto a los beneficios, me preocupan los pueblos que se quedan incomunicados por los arroyos y ríos crecidos. Por consiguiente, debemos hacer votos para que los puentes del estado soporten los embates del agua embravecida. Esto me recuerda el cuento del río Zapotlanejo, que dice más o menos así:

En tiempos de la colonia, en Zapotlanejo se decidió construir un puente sobre el río.

Vivía cerca de allí un albañil famoso y los españoles fueron a pedirle que hiciera el puente. El albañil estaba comprometido con otros trabajos así que les dijo que no. Los españoles insistieron y le ofrecieron muy bien dinero hasta que cedió. 

Luego andaba arrepentido pues no tenía tiempo de construir el puente debido a sus compromisos previos. Pera ya era tarde, pues hasta adelanto le habían dado. Triste, concluyó que nomás había una forma de quedar bien con todos: venderle el alma al diablo para que él construyera el puente. Al regresar a casa, su mujer, que lo conocía muy bien, le preguntó qué le pasaba y este le contó todo.

_Tienes que ponerle un plazo muy corto al diablo, dile que lo termine antes de amanecer.

_Imposible, le dijo, le di de plazo una semana.

_Con el diablo todo es negociable, así que ve y dile que si lo acaba antes de que cante el gallo, se lleva tu alma y de pasadita, la mía. 

Fue con el diablo, y al ver que podía ganar un alma adicional, dijo: trato hecho.

Llamó a todos los diablos del infierno y comenzaron a construirlo rápidamente.

Había diablos cuernuditos, otros peluditos, otros coludos que laboraban a toda marcha, así que el albañil y su mujer veían con preocupación el avance de la obra, que ya le faltaba de colocar unas cuantas piedras. A ella se le ocurrió traerse una gallina que estaba dormida, se la presentó al gallo, y este tan pronto la vio, soltó un clarísimo: ¡qui quiri quíiíí!, metiéndose en su tienda de campaña.

Al oírlo, los diablos corrieron para escapar de la luz del día.

El puente de Zapotlanejo existe aún, y le faltan algunas piedras. Gracias a que les faltaron esas piedras, el albañil y su esposa se salvaron de entregarle su alma al diablo.

Cuento español-Jalisco