17/May/2024
Editoriales

Constancia y Lealtad

Cuando tuve la fortuna de entrevistar al ingeniero José Manuel López, para efectos de escribir un libro acerca de su vida, era el decano de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con sesenta y tres años de dar cátedra en la Facultad de Ingeniería Civil.

 Al morir tenía sesenta y ocho años de enseñar a cuantos estudiantes encontraba en las aulas, y lo asombroso es que a su avanzada edad se inscribió para tomar un curso en donde los maestros eran ‘sus nietos’ -me dijo-, pues eran alumnos de sus alumnos. 

 La constancia y la lealtad del Decano de la UANL recibió como premio un diploma y un busto en la planta baja de la Facultad de Ingeniería Civil, junto a los de insignes maestros como fueron Manuel Martínez Carranza y Raymundo Rivera Villarreal.

 Ché Manuel, como le decíamos sus alumnos, nunca esperó más recompensa, pues su Decanato era honorífico. El inmortalizar su nombre y efigie en la Escuela donde entregó su vida enseñando, seguramente le provoca una gran alegría en el oriente eterno donde mora desde septiembre de 2016. 

 No recibió remuneración económica y ni siquiera alguna parcela académica donde pudiera sembrar sus experiencias, porque la ley no lo contempla.

 En nuestra cultura occidental ese es el trato que se le da a los Decanos, sólo cariño y aplausos. 

 Ello a pesar de que la palabra Decano –del latín decanus, jefe de un grupo de diez monjes- significa el miembro más antiguo de un grupo, cuerpo o junta, pero también el que dirige una facultad o colegio universitario. 

 Esta definición coincide con la de los monasterios medievales, en los que el deán era el jefe de un grupo de diez monjes, un término que viene del francés antiguo deien. Aunque hay universidades en el mundo que al decano le dan un nivel superior, incluso, que al mismo rector, en esta región del universo, al Decano se le honra por su edad y sabiduría, pero no se le da poder.

 En las facultades más antiguas como Ingeniería Civil y Derecho, sus Decanos son Benjamín Limón y Héctor S. Maldonado, respectivamente. Ambos son grandes educadores que han entregado sus mejores años a formar profesionistas que estén a la altura de Nuevo León, y ninguno pide más que eso, a cambio de sus comprobadas constancia y lealtad. 

 

¡Bravo por nuestros Decanos!