Brasil posiblemente sufrirá casi una década perdida de desarrollo económico y la calidad de vida no volvería a los niveles previos a la crisis hasta el 2022, dijeron el viernes economistas.
La lenta recuperación de Brasil de su peor recesión en la historia implica que tendrán que pasar otros cinco años antes de que el Producto Interno Bruto per cápita -una medición de la calidad de vida del país- regrese al punto en que se encontraba en 2013 antes de la crisis, dijo el economista Bruno Lavieri.
"Es casi una década perdida", dijo Lavieri de la consultora 4E.
La mayor economía de América Latina probablemente se contrajo más de un 3 por ciento por segundo año consecutivo en 2016, según un sondeo de Reuters de expectativas sobre las cifras de crecimiento que se conocerán el 7 de marzo.
La perspectiva de una década perdida eleva las apuestas de la ambiciosa agenda de reformas económicas del presidente Michel Temer, que es vista por muchos analistas como la única forma en que Brasil podrá aumentar su productividad y crecer a una tasa sustentable en el futuro.
Se espera que la economía vuelva a crecer este año a un ritmo lento de cerca de un 0,5 por ciento, luego de que fue golpeada por los débiles precios de las materias primas y las consecuencias políticas de un escándalo de sobornos en la petrolera controlada por el Estado Petrobras.
Desde el inicio de la recesión en el 2014, el PIB per cápita ha caído un 9,6 por ciento, dijo Julio Mereb, economista de la Fundación Getulio Vargas. Economistas como Alessandra Ribeiro, socia de la consultora Tendencias, no esperan que el indicador vuelva a su nivel récord del 2013 de 30.800 reales (9.903 dólares) hasta el 2023.
La empleada administrativa Andréia Zanetti, de 34 años, es una de los brasileños que ha sentido la fuerte caída de los ingresos. Ella pasó siete meses buscando empleo y accedió a ganar cerca de la mitad de lo que obtenía antes de quedar desempleada.
"Tuve que cambiar mis hábitos de compra, dejé de almorzar y cenar afuera y cancelé mi línea telefónica fija", dijo a Reuters. "Incluso cambié la leche de mi hijo a una marca más económica", agregó.