El marketing político, la vía no más segura pero sí rápida al fracaso según demuestran algunos de los resultados electorales más conocidos de los últimos años. El marketing consiste más o menos en esto: Sáquese el alma y la mente del cuerpo; Memorice un scrip y ensaye ciertos gestos y movimientos y adopte algunas consignas “políticamente correctas” sobre los “temas” impuestos por la globalización imperial: “defensa del medio ambiente o del planeta”; “desarrollo sustentable”; “trasparencia y rendición de cuentas”; “empoderamiento de la mujer”; “los derechos de las minorías” o “post modernidad y post verdad” etc.
Salga a la calle y visita las colonias y barrios y si no sale linchado dése de suerte, porque la gente lo verá como alguien muy alejado o insensible ante el suplicio o calvario en que ellos viven debido al estancamiento económico, el desempleo y los bajos salarios, las deudas, los conflictos familiares, los robos y la violencia, los secuestros o desapariciones, las ejecuciones etc.
Al parecer, el marketing político es parte integral del sistema económico que ha dominado a las naciones occidentales, incluyendo la nuestra, y por lo mismo propone hacer campañas y hacer política ignorando que ese sistema existe.