Como una “democracia vibrante” calificaba Barack Obama ---el presidente norteamericano de las guerras y los “cambios de régimen” vía golpes de estado--, a México. Esto quizá por la existencia de una gran cantidad de organismos electorales a lo largo del todo el país; desde los federales como el INE, el TEPJF o la Fepade; hasta los OPLES locales y sus respectivos tribunales. Sin embargo, como lo acabamos de ver en el caso de la destitución del fiscal Santiago Nieto por una orden venida “desde Los Pinos”, según aseguran muchos observadores, la independencia y honestidad de todos esos organismos está en duda.
Aquí mismo en Nuevo León la autonomía de la CEE también lo está, por sus vínculos con el actual gobierno estatal.
Sin embargo, si todo esto fuera así sería en todo caso, cuestión de corregir esas fallas para arribar a la verdadera democracia. Pero al mismo tiempo, en el terreno económico la riqueza y el poder se súper concentran. Hoy nos enteramos que la familia de Carlos Hank Rohn el banquero toma el control del segundo banco más grande del país al fusionar dos bancos propiedad de esa misma familia. El primer banco es BBVA, el banco español propiedad de otra familia extranjera del mismo apellido.
Entre esos dos bancos controlan más del 35% de los activos bancarios y casi el 60% de la deuda de estados y municipios. Si miramos hacia el sector de tiendas de auto servicios o hacia la telefonía, o las televisoras, etc, el panorama es el mismo.
Encima de la supuesta democracia mexicana se monta un régimen que podríamos denominar según la decisión de los griegos, un régimen oligárquico por el poder y la influencia que tiene estos grupos económicos y financieros sobre la clase política o gobernante a la que le dictan políticas y rumbo vía organismos privados o instituciones educativas como el ITAM.