Espectáculos

Teatro Arlequín, el adiós a un escenario de gran tradición

Se inauguró en 1953 con "La hora soñada"; reabrirá en 2018 con nueva infraestructura

México - Hace 63 años, en la calle de Villalongí­n 22, en la colonia Cuauhtémoc, de la capital mexicana, el Teatro Arlequí­n abrió sus puertas para presentar comedias al estilo vodevil, protagonizadas por la francesa Nadia Haro Oliva (1917-2014).

Noche tras noche, se agotaban las 264 localidades y al finalizar las funciones de obras como "Buena para todo" (1961), "Butaca 47" (1969), "La pí­cara Cocó" (1966), "Cuándo se casa usted con mi mujer" (1966), "Bunny" (1975) y "Pepsi, la cariñosa" (1968), el público ovacionaba de pie el trabajo en escena.

Alejandro Ciangherotti, Maricarmen Vela, Miguel Manzano, Carlos Riquelme, Guillermo Aguilar, Maty Huitrón, Sergio Bustamante, Miguel Palmer, José Solé, Evita Muñoz "Chachita", Andrea Palma, Luis Manuel Pelayo, Jorge Rusek, í“scar Ortiz de Pinedo, Carlos Monden, Eduardo Alcaraz, Pompí­n Iglesias, í“scar Pulido, Luis Gimeno y Gustavo Rojo fueron algunos de los actores que deleitaron con su talento.

A la salida del recinto, el público hací­a fila con la esperanza de que alguno de ellos les firmara un autógrafo en el programa de mano o en una servilleta, no importaba donde, lo significativo era conservar el recuerdo de una celebridad.

En una de las funciones que ofreció "La dama de negro", Germán Robles cayó del escenario fracturándose la cabeza del fémur. Los espectadores pensaron que era parte de la trama, pero cuando la producción se lo llevó al hospital, supieron que no era así­.

En otra ocasión, el segundo piso del recinto se llenó mientras que la parte de abajo lucí­a con apenas dos filas ocupadas, pues el actor Otto Sirgo recién habí­a declarado ante la prensa que era donde mejor se veí­a la función. La realidad es que sólo ahí­ habí­a alcanzado boleto.

Estas y varias historias se guardan de manera celosa en los rincones del Teatro Arlequí­n y mismos que, dentro de un mes, serán sepultados cuando algunas partes de su estructura sean demolidas para levantar un nuevo teatro que albergará dos espacios escénicos.

A cargo del arquitecto Fernando Feres, uno de los espacios será para musicales de gran formato con capacidad para 800 butacas, y otro con 300 lugares, para montajes de cámara.

Se cierra un ciclo que inició el 17 de agosto de 1953. Fue el lugar en el que Antonio Calvo inició su carrera teatral, hace 22 años con "La dama de negro", y mismo que tiempo después, terminó comprando luego de que Nadia Haro Oliva le llamara por teléfono para ofrecérselo, segura de que no podrí­a quedar en mejores manos.

"En los últimos cinco años de su vida, la señora Nadia no podí­a caminar y no podí­a moverse de su cama. Fue un proceso largo, pero el dí­a que me entregaron los papeles del teatro, ella me dijo: 'Monsieur, ya todo está hecho, ahí­ te lo encargo. Ahora sí­, ya puedo despedirme de mi teatro y puedo descansar'.

"Al dí­a siguiente, a las nueve de la mañana, se murió, lo cual puede dar una idea de lo que para ella significaba este lugar", resaltó el productor.

El Teatro Arlequí­n inició su construcción, a principios de los años 50, por órdenes del coronel Antonio Haro Oliva como regalo para su esposa. Ambos eran competidores olí­mpicos de esgrima. Se conocieron en Parí­s, donde él fue agregado cultural de la embajada de México.

"Era el teatro de bolsillo porque presentaba comedias pequeñas. Fue una época en la que el gobierno decidió que la gente en México necesitaba cultura, teatro, y construyó cerca de 70 foros en la red del IMSS, de las más importantes en Latinoamérica que jamás se haya hecho.

En ese periodo, dijo Calvo, "habí­a tres millones de habitantes en la capital mexicana. En la actualidad son casi 22 millones y la cantidad de teatros ha decrecido en vez de crecer; sin embargo, el hambre de los productores y las ganas de llevar obras al público, crece y crece", destacó Calvo.

El icónico Teatro Arlequí­n que consta de dos niveles, con un pequeño bar, lobby, sala de espera en el segundo piso, dos baños y dos camerinos, nació sobre 400 metros cuadrados del jardí­n de la casa de Nadia Haro, propiedad que hoy luce deshabitada. Las recámaras guardan silencios cuando alguna vez atestiguaron la lectura de parlamentos de la actriz.

La sala, que infinidad de veces recibió a visitas de la más alta sociedad y a grandes personalidades del espectáculo, ahora luce vací­a de muebles, de charlas, de momentos, de vida.

Mientras que el jardí­n trasero acumula hojas secas y matorrales, los pasillos con piso de madera y techo alto, guardan bolsas de utilerí­a. A los muros en los que se colgaron cuadros, hoy solo les queda el recuerdo de un tapiz de flores rosas y estrellas, lo mismo que los closets, que en su momento lucieron el vestuario de decenas de personajes.

Así­ despide un ciclo el legendario Teatro Arlequí­n, que con un piso desnivelado por el tiempo, el techo desgajado y un fuerte olor a humedad, todaví­a luce unas 53 placas en sus paredes, algunas de bronce, y entre las cuales, destaca la de "La hora soñada", primera pieza que se presentó y que en 1989 celebró históricas 2 mil 400 representaciones luego de 25 años en escena.

En aquel entonces, actuaron Nadia Haro Oliva, Sergio Bustamante, Rubén Rojo, Socorro Bonilla y Maripaz Banquells, bajo la producción de Antonio Haro.

El nuevo Teatro Arlequí­n quedará listo en un periodo de 18 meses con una inversión inicial de 10 millones de dólares. El capital será aportado por Calvo en asociación con David Alexander, director de Teletec, empresa lí­der en equipamiento teatral y quien colaboró con Pablo Perroni y Mariana Garza en la construcción del Teatro Milán y el Foro Lucerna.

Tendrá una extensión de 900 metros cuadrados, abarcará la casa de Nadia Haro Oliva, desde la calle Villalongí­n hasta Carlos Finlay, al lado del Teatro Benito Juárez.

En su interior, albergará una memoria fotográfica de sus grandes momentos y colgará la mayorí­a de sus placas develadas. Sus dos salas serán cómodas y desde cualquier ángulo podrá observarse con claridad lo que ocurre en escena.

"Estamos cuidado hasta el mí­nimo detalle porque nos interesa que sea uno de los mejores del paí­s, por lo que, la tecnologí­a que emplearemos será de primer nivel", subrayó Antonio Calvo al tiempo de revelar que no tendrá estacionamiento, pues se firmará un convenio con el subterráneo de enfrente.

Renacerá justo en la época que otros recintos, como el Teatro Blanquita, cierran sus puertas para siempre. Revivirá en el tiempo que más productores tienen hambre por levantar el telón y no hallan la infraestructura suficiente para hacer realidad sus sueños.

"Por eso, le regalaremos un nuevo teatro a la Ciudad de México. Invierto en él y no en otra cosa, porque en 1895, cuando el dramaturgo José Zorrilla fundó la Compañí­a Nacional de Teatro, le dijo al emperador Maximiliano de Habsburgo que nunca estarí­an perdidas las nobles sumas que se emplean en mármoles y plumas, y creo que son palabras muy sabias".

Más que por negocio, resaltó, "un teatro se abre por amor al arte, por pasión, porque se está a favor de la cultura, en pro del espectáculo de calidad y porque jamás debe morir".

El Teatro Arlequí­n formará parte del corredor cultural Condesa-Roma-Juárez-Tabacalera, que Ricardo Monreal, delegado de Cuauhtémoc, echará a andar y que abarca la reapertura del Frontón México el próximo 20 de noviembre.