13/May/2024
Editoriales

El Horóscopo

Aquí donde me ven, a mediados de los años ochenta fui co-propietario de un restaurante en la Ciudad de México. Estaba ubicado por la avenida Insurgentes al sur, casi en la esquina de Félix Cuevas; en un centro comercial que se llamaba Centro Armand (frente a Liverpool) y el segmento socio económico al que estaba dirigido era al gremio de los Ingenieros.

Pronto se convirtió en punto de encuentro de esos profesionales -de todas las especialidades-, al grado que comenzaron a llamarle ‘El Club de Ingenieros’.

Las ventas eran buenas, pero los resultados económicos no correspondían a su volumen, pues yo no sabía nada -o casi nada- de cómo debería operarse un negocio de ese tipo, que tiene muchas áreas delicadas.

Mi socio, que tampoco sabía del negocio, me dijo que le habían recomendado a un experto en administración de ese tipo de empresas para que me asesorara.

Me agradó la idea, así que lo cité para entrevistarlo y se me hizo buen tipo, así que acepté la sugerencia de mi socio.    

Pero el experto comenzó con el pie izquierdo pues de entrada sugirió que el comprador de las verduras no trabajara en la cocina por razones que no entendí, pero como se trataba de un experto, hice lo que me sugería.

Al mes tuvimos que regresar al anterior sistema, de que un ayudante del chef fuera en las madrugadas a la Central de Abastos, porque el nuevo comprador llegaba con verduras que no se ocupaban en ese día, pues el menú variaba su especialidad a lo largo de la semana.

Luego me recomendó que le diera ‘un apretón’ al cantinero porque la relación entre el consumo de botellas de bebidas alcohólicas y las comandas de los meseros no era la óptima.

Lo hice. El cantinero se molestó e iniciaron conflictos entre él, los meseros y el mal humor fue percibido por algunos clientes que lo comentaron, por lo que tuve que condescender con el cantinero para pacificarlo, pues además durante un mes así, no hubo una gran variación en los indicadores que el asesor criticaba.  

Al cabo de un año, al experto asesor le apodé El Horóscopo, porque todos los días me decía lo que yo debía hacer, pero siempre estaba equivocado…