La propaganda de guerra de la OTAN y particularmente de los medios británicos, ha impuesto una serie de imputaciones contra Rusia y su presidente Vladimir Putin, como parte de la estrategia de guerra y hostigamiento contra esa nación. La primera, por supuesto, es la de que los planes del presidente Putin consisten en “restablecer el antiguo imperio ruso sometiendo a Ucrania” o restablecer “el antiguo Pacto de Varsovia” sometiendo militarmente  a casi toda Europa oriental. También por  ejemplo; lo de la masacre de Bucha en los alrededores de Kiev, donde, supuestamente, los soldados rusos masacraron cientos de civiles antes de retirarse de esa región. También se habló de una insurrección de las tropas rusas inconformes con la guerra y en contra de sus mandos superiores y del propio gobierno de Putin. También se habló de una “estrategia errónea” militar que estaría llevando al ejército ruso a la derrota. Toda esta “narrativa” cambió en los últimos días, cuando esos mismos medios reconocen los avances de Rusia en la región de Donbas o el este de Ucrania. Sin embargo hoy, dos de los dos voceros más conocidos del imperio británico, la BBC de Londres y The Guardian, echa por tierra la parte más importante de la propaganda de guerra al reconocer que Vladimir Putin no tiene ninguna de las enfermedades que se le achacan ni tampoco está a punto de morir como algunos medios se atrevieron a decir citando supuestas “fuentes de inteligencia” o ex miembros de la Armada Real de Inglaterra como Chris Parry. Todos estos rumores sin respaldo según se reconoce ahora, sostenían que “la agresividad de Putin” se debía a que estaba sufriendo un cáncer terminal; que fue programado para extirpársele un tumor canceroso en el abdomen y que por lo mismo “tenía prisa” de someter a Ucrania porque sabía que iba a morir. Además, se decía, los medicamentos y el estrés habían afectado sus facultades mentales y lo habían vuelto más agresivo y “paranoico, imaginándome que todo lo que hace la OTAN y la Unión Europea” es en su contra. Vamos, hasta  se le designó un supuesto sucesor, Nikolai Patrushev, el jefe de los servicios de inteligencia, quien estaría más que dispuesto a sucederlo y sólo esperaba su muerte.  Hoy los medios británicos reconocen que nada de eso es verdad y el teatro se viene abajo y Rusia avanza militarmente y resiste en el terreno económico como esos mismos medios occidentales lo reconocen.