09/May/2024
Editoriales

Elvis y la pandemia

En cinco días más Elvis Presley cumpliría 86 años de edad. Sería “persona vulnerable” según la pandémica clasificación actual, es decir, que no podría asistir a bares ni a  restaurantes, y ni siquiera a comprar víveres. Si nosotros suspiramos por tiempos pasados, él seguramente recordaría que a sus diecinueve vivía en Memphis en donde recibió la oportunidad de grabar un single con el tema Blue Moon of Kentucky, abriéndosele el mundo de la música.

Que lo contrataron en un programa radiofónico de música country, y para 1955 ya había firmado contrato con el gigante de la discografía  RCA que, al año siguiente, sacó a la venta un disco suyo conteniendo su éxito: Heartbreak Hotel, su primer Disco de Oro. Y que de ahí todo fue subirse al elevador de la popularidad: el disco de los llamados elepés “Elvis Presley”, vendió un millón de ejemplares, y la cinematográfica Paramount, ipso facto lo contrató en exclusiva por siete años. Vendrían a su percepción aquellas presentaciones súper exitosas, porque además de cantar bien, bailaba de una forma que enloquecía a las chicas que asistían en vivo o que lo veían en la televisión. Evocaría que en 1956 se estrenó en New York su película Love Me Tender rompiendo récord en taquilla.

Seguramente ahora entendería la locura de haberse convertido en un fenómeno mundial, antes de que existiera el internet, que ahora facilita esas cosas. Pero tal vez vendrían también a su mente los “odiosos” grupos ingleses The Beatles y The Rolling Stones que aparecieron en escena para equilibrar el mercado, aunque ellos se referían a Elvis, como El Rey, le abollaron su corona. Y el elevador se vino abajo, pues para 1977 Elvis ya era un hombre gordo que casi no salía de su mansión Graceland en Memphis, entregado a drogas como codeína, morfina, valium, placidyl, nembutal, eventyl, sinutab, amital, y otras sustancias tóxicas que lo llevaban a la estratósfera. Quería revivir el pasado reciente, cuando sus movimientos de cadera y su pierna izquierda arrancaban alaridos a las multitudes. Por eso pasaba largas temporadas en la cama con mirada flotante entre seis pantallas de televisión encendidas al mismo tiempo. Si Elvis viviera hoy, a sus 86 años no hubiera sufrido el enclaustramiento por temor al Covid-19, seguiría en Graceland encerrado en su mundo de éxitos inenarrables, escuchando Love me tender, Bon´t be cruel, Hound dog, Long lonely Higway, y mi favorita It´s now or Never.