22/Nov/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

 

Septiembre 21 de 1846: Día de la Batalla de Monterrey. En el marco de la Guerra de invasión norteamericana a México, iniciada por el socarrón presidente James Polk, quien la justificó diciendo que en abril, una patrulla de exploración con 63 hombres al mando de Seth Thornton fue emboscada por lanceros del general Anastacio Torrejón. Su argumento -de Polk- era que el incidente sucedió en terrenos norteamericanos, siendo realmente mexicanos. Pero de allí se basó, es decir, fue el pretexto para plantear al Congreso norteamericano que declarara la guerra a México, con su discurso de “sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense…”. En realidad, Texas llegaba solamente hasta el río Nueces, no hasta el Río Bravo, pero como Texas acababa de unir a EUA, los norteamericanos echaron a volar su ancestral plan expansionista contemplado en su famoso Destino Manifiesto, y el 13 de mayo, EUA declaró la guerra a México. Sin embargo, el general Zachary Taylor –luego presidente de Estados Unidos- antes de esa declaratoria bélica, ya había abierto fuego en contra de tropas mexicanas, al mando de Arista en Palo Alto y en la Resaca de la Palma o Resaca de Guerrero. Así que a México no le quedó otra alternativa que responder a esa declaratoria bélica con otra similar el 23 de mayo.

En ese contexto, el 19 de septiembre llegaron tropas estadounidenses a las inmediaciones de Monterrey. Las primeras escaramuzas fueron el día 20, y la Ciudad era resguardada por Pedro de Ampudia, militar de todas las confianzas de López de Santa Anna. Las tropas mexicanas con 7 mil hombres, enfrentarían a las norteamericanas de 6 mil 647 hombres. En número de efectivos no había diferencia, pero sí en el armamento y preparación militar. Iniciaron las acciones un día como hoy 21 de septiembre en dos frentes: al oriente de la Ciudad, Taylor, y al lado poniente el general William Worth. La mañana inició con el primer enfrentamiento de Worth contra la caballería mexicana por el rumbo de San Jerónimo. En la primera escaramuza del día, 200 lanceros mexicanos al mando de Juan N. Nájera y Mariano Moret, se enfrentaron de poder a poder, echando en corrida a los norteamericanos, pero los mexicanos perdieron unos 30 soldados, entre ellos al propio coronel Nájera. Luego Worth terminó dominando el poniente de la Ciudad quedando la defensa concentrada en el centro de la Ciudad, en Catedral. En el oriente, Taylor envió a 800 hombres pensando que sería fácil entrar a la Ciudad, pero la artillería mexicana apostada en los fortines de La Tenería y Del Diablo causaron importantes bajas entre los norteamericanos. Hubieron de meterse por las calles angostas del centro oriente de Monterrey, siendo presa fácil para los francotiradores nacionales que estaban alrededor de Tenería. El ataque norteamericano al Fortín de la Tenería fue costoso en vidas, pues los 350 hombres que la resguardaban a cargo de José María Carrasco contuvieron por buen tiempo a los invasores. Todo iba bien para los nuestros en esas condiciones, pero Taylor envió refuerzos para salvar a los suyos que sobrevivieron al ataque mexicano.

Este día 22 fue crucial, pues la estrategia militar, el armamento, y el profesionalismo de los soldados norteamericanos fueron determinantes para que durante ese día los nacionales perdieran en varios frentes. En el Fortín de la Tenería ahora hay una plaza en honor de la Batalla de Monterrey. Regresando a lo sucedido, al ver que iba perdiendo la batalla, a pesar de que el número de caídos de un lado y otro era similar, casi 500 muertos por bando, el día 23 de septiembre inesperadamente Ampudia capituló entregando la plaza a los norteamericanos, quienes se quedaron por un año y ocho meses gobernando a nuestro Estado, hasta que se llevaron por conducto del Tratado Guadalupe- Hidalgo, firmado en la capital mexicana, más de la mitad del territorio mexicano, comenzó la evacuación de sus tropas. De ahí en adelante, ciertamente Monterrey ha tenido ciertos beneficios económicos por su cercanía a la frontera del Gran Imperio norteamericano, pero no pocas veces hemos recordado las palabras de Porfirio Díaz: Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.