10/May/2024
Editoriales

La inseguridad no requiere explicaciones, sólo respuesta

Ayer hubo una gigantesca balacera en un rancho de Salinas Victoria, llamado ‘El Toro Gabacho’ porque una banda de forajidos intentó tomar el control del municipio mencionado y toda esa región ganadera. El resultado fue de tres agentes policiales muertos, dos atacantes abatidos, varios heridos y cinco detenidos.

El inconfundible sonido de las balas zumbando interrumpió el tráfico por la carretera a Colombia, pues ante el temor a ser alcanzados por algún balazo, los automovilistas detuvieron la marcha de sus vehículos y regresaron a sus lugares de origen. 

Nomás falta que estos bandidos se quejen ante la CNDH (la nacional, porque en la estatal no los protegerían) de que fueron engañados por la propaganda oficial de que a los delincuentes se les debe dar abrazos, no balazos. 

Por nuestra parte, los neoloneses debemos hacernos a la idea de que no somos una isla, pues si hay violencia en Michoacán, Zacatecas, Guanajuato y Tamaulipas, en nuestra tierra también existe y además con tendencia a la alza.  

Así están las cosas y debemos tomar nuestras precauciones, ya que la seguridad del estado está rebasada, pues las autoridades visitan los ranchos sólo cuando necesitan encontrar fuentes de agua para traerse a la Ciudad.

Y tampoco es novedad la violencia; en los años 2009 y 2010 fue el pan de todos los días, y mucho antes también hubo actos temerarios, como el asalto a la Ciudad que el 8 de febrero de 1624 realizaron unos indios capitaneados por Huajuco y Colmillo.  

Desde 1626 hasta 1650 estos actos se repitieron como protesta de los naturales de esta región que no aceptaban las congregas, es decir no aceptaban ser semi – esclavos. 

Monterrey ha sido teatro de enfrentamientos militares en las guerras de invasión norteamericana, francesa y durante la revolución mexicana.

Y violencia política también ha habido como la del 2 de abril de 1903 que el gobierno abrió fuego contra una manifestación que había partido de la Alameda apoyando a un candidato de oposición.  

También hubo sangre el 29 de julio de 1936, cuando trabajadores protestaban en la Plaza Zaragoza, y fueron blanco de plomazos disparados por representantes patronales. 

Urge que los responsables de la seguridad en el estado reaccionen rápidamente porque nos podemoshacer a la idea de que existe la violencia para evitar riegos, pero nunca aceptaremos perder a un ser querido tan sólo porque ‘los forajidos quieran controlar un territorio’.