Internacional

La revista médica The Lancet hace un llamamiento para impedir la estigmatización de los no vacunados

“No hay más ciego que quien no quiere ver”, dice el refrán y la avalancha de idiotización ha logrado que sean muchos los que se nieguen a abrir los ojos a las evidencias más simples. A medida que el número de mansos ha crecido, la insolencia de los gobiernos se ha multiplicado. Nunca hubieran sospechado que tanto poder estaba a su disposición y que podrían llevar a las ovejas al matadero con tanta facilidad.

Es la misma facilidad con la que estigmatizan a los chivos expiatorios, apropiándose además de la ciencia como los emperadores se apropiaban y saqueaban aquello que se ponía a su alcance.

Parecía que el recuento de fuerzas entre unos y otros lo iba a marcar la vacunación, pero al final su victoria les está pareciendo pírrica y quieren forzar la máquina expidiendo pasaportes. Quieren que todos se vacunen “voluntariamente”, por lo civil o por lo militar, haciendo la vida imposible a los recalcitrantes. Esta es una guerra que, como ha dicho el ministro alemán de Sanidad, no conoce prisioneros: o vacunados o muertos.

Es bastante fácil de enteder, incluso para los más sumisos: una persona que sobreviva sin vacunar a una pandemia que ha durado dos años, se convierte en un testigo del cretinismo de la mayoría.

El mensaje más extendido es que el pequeño número de los que no se vacunan son responsables del gran fracaso, a saber, los continuos “brotes” y “olas”. Los más idiotas hablan de una “pandemia de no vacunados” y aunque la revista médica The Lancet ha criticado este tipo de concepciones absurdas (*), suponemos que, una vez más, la ciencia de verdad no estará en las portadas de las cadenas de televisión, ni tampoco en las redes sociales.

En estos casos es impresicindible lograr que todos miren hacia otro lado para poder seguir baboseando, como Pablo Iglesias, acerca de la vacunación obligatoria, porque, en efecto, la ciencia son ellos y la sanidad pública también.

The Lancet sale a paso de la afirmación de que “los no vacunados amenazan a los vacunados”, como si la ciencia tuviera que ponerse a rebatir ese tipo de imbecilidades propias de la barra de un bar. La cuestión es que los clientes de los bares las repiten porque las han escuchado en la televisión de la boca de altos cargos apoltronados.

“Cada vez hay más pruebas de que los individuos vacunados siguen teniendo un papel relevante en la transmisión”, dice The Lancet, añadiendo que tienen “una alta carga viral”. Si en lugar de sentarse frente al televisor, los sumisos leyeran la prensa científica de vez en cuando, se preguntarían para qué se han inyectado en vena una sustancia cuya composición ignoran.

En Alemania más de la mitad de los “casos sintomáticos” en pacientes de 60 años o más corresponden a personas totalmente vacunadas “y esta proporción aumenta cada semana”, asegura The Lancet. En consecuencia, los vacunados “siguen siendo una parte relevante de la pandemia”.

“Hago un llamamiento a los funcionarios de alto nivel y a los científicos para que dejen de estigmatizar de forma inadecuada a las personas no vacunadas, entre las que se encuentran nuestros pacientes, colegas y otros conciudadanos, y para que hagan un esfuerzo adicional para unir a la sociedad”, concluye la revista médica.

Peor ya verán Ustedes que este llamamiento de la ciencia caerá en saco roto, porque se ha abierto la veda contra los recalcitrantes. No hay nada peor que dar un megáfono a un cordero que se encamina hacia el matadero por su propia voluntad.

https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)02243-1/fulltext