Un dato asombroso es que muchos soldados no disparan un solo tiro cuando están frente al enemigo.
Se lo impiden la tensión nerviosa y el deseo íntimo de que no los descubran sus enemigos para que no les disparen a ellos.
Durante la campaña de Italia, en 1943, el ejército británico descubrió luego de un estudio, que de los pelotones formados por treinta soldados, sólo 3 o 4 combatían, y los otros nunca disparaban.
El general Dwigth Eisenhower se vio generoso cuando dijo que en la invasión de Sicilia “como en cualquier ejército, sólo un tercio de soldados fueron los luchadores y valientes por naturaleza, pues los otros dos tercios se comportaron como unos cobardes y remolones”.
Por el otro lado, o sea en el ejército rojo, no andaban tan diferentes las cosas, pues los oficiales ordenaban la revisión de los fusiles de sus soldados después de cada batalla. Aquel que no había llegado a disparar, era fusilado.