Ayer abordé el tema “En defensa del idioma”, y dándole continuación hoy hablaré de la Ortografía, que ciertamente no lo es todo, pero confieso que yo no podría vivir con una persona que el día de mañana escribiera: “no no me da bergüensa saber ke yege tarde a la zena de Nabida”.
Al respecto, en uno de sus estupendos artículos el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte refiere a Pepe Perona, un maestro de Gramática que publicó una carta recibida anónimamente acerca de una onírica reforma ortográfica que, entre otras novedades, desaparecerá las letras hache y ce: kuya presensia es fantasma en nuestra lengua. Dice que “kedará suprimida por kompleto: así, ablaremos de abichuelas o alkool. No tendremos ke pensar kómo se eskribe sanaoria y se akabarán esas komplikadas y umiyantes distinsiones entre ‘echo’ y ‘hecho’. Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía artos”.
Relacionado con esta apasionante trama contra la ortografía y específicamente con la letra hache, en mis recientes vacaciones leí algunas cosas y entre ellas me topé con esta anécdota de Don Nicolás María Rivero quien era en 1870 ministro de gobernación de España:
Un día, cierto gobernador levantino le hizo llegar un texto acerca de una represión que hubo de aplicar en una revuelta:
_Señor ministro, hayer quedó dominada una situación que se presentaba difícil; si oy se repitiera, que no lo espero, el motín quedaría sofocado.
Como el gobernador escribió “ayer” con hache y “hoy” sin ella, el ministro dijo:
_Señor gobernador, la H es una letra muy moderna que no es de ayer sino de Hoy