Murió hoy a los 95 años el investigador e historiador Adolfo Gilly, un hombre cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador. De seguro habrá homenajes y palabras sentidas de quienes lo conocieron en persona o que fueron sus amigos o compañeros de lucha. Yo no tuve ese privilegio pero sí conocí sus libros. Especialmente La Revolución Interrumpida (1971) y El Cardenismo Una Utopía Mexicana (2001). El primero lo leí en mi juventud vis a vi el libro de Arnaldo Córdoba: “La Ideología de la Revolución Mexicana”. La diferencia entre ambos trabajos es sencilla: Para Arnaldo Córdoba (padre de Lorenzo Córdoba el ex presidente del INE) esa revolución fue una especie de truco para evitar que en México hubiera una revolución socialista y así mantener el “desarrollo capitalista” en nuestro país, usando al estado mexicano como instrumento y a sus partidos (PNR- PRM) para manipular a las masas mediante el corporativismo. Esa tesis, muy socorrida entonces entre otros autores como Enrique Semo, fue desafiada por Gilly quien, utilizando la visión de León Trotsky (Gilly fue militante Troskista) sobre “la Revolución Permanente”, sostenía que el estallido revolucionario en México era un proceso legítimo, que iría avanzando en fases y que después del cardenismo sólo se había “interrumpido” y volvería a resurgir. Con esa visión, Gilly concibe a la revolución mexicana como una fase de la lucha más amplia e histórica contra el colonialismo (igual que L. Trotsky en algunos de sus escritos sobre México), una visión muy parecida a la del presidente AMLO sobre “las tres transformaciones” en la historia de México, la Guerra de Independencia, la Reforma Juarista y la Revolución Mexicana.
Coherente con esta visión Gilly escribe un libro posterior, fruto de sus investigaciones en una universidad de los Estados Unidos, al que llamó: “El Cardenismo, una Utopía Mexicana” y donde, entre otras cosas, descubre la relación estrecha entre el gobierno del presidente F.D. Roosevelt y el del General Lázaro Cárdenas, durante precisamente la nacionalización del petróleo y el enfrentamiento con las petroleras y el gobierno británico, vía el embajador norteamericano en México Josephus Daniels y a otros intelectuales como J. Tannenbaum que vivía en México y sostenía discusiones con el Gral. Cárdenas, quienes apoyaron en todo momento la nacionalización así como otras acciones del gobierno cardenista. De esa forma, Gilly reivindica y echa luz sobre el valor de las luchas anti coloniales y derriba el mito de que toda lucha de una nación o de su pueblo tenía que ser “por el socialismo” y “anti capitalista”. Sin duda, la obra de la 4T y el propio pensamiento y los libros del presidente AMLO tienen sin duda la influencia del historiador argentino quien vivió la mayor parte de su vida en nuestro país.