Editoriales

Que paguen a Agua y Drenaje con Panchólares

En esta impresionante sequía -que las últimas lluvias parecen paliar- estamos viendo de todo. 

Hay usuarios de Servicios de Agua y Drenaje que siguen al pie de la letra las instrucciones para ahorrar agua, mientras otros, los menos afortunadamente, siguen como si no hubiera crisis de abasto, regando sus jardines con mangueras, lavando sus automóviles con los excesos de desperdicio acostumbrados en años de tener el servicio de agua 24 x 7, es decir todo el día y la noche durante toda la semana.

La mejor prueba de ese desperdicio es que tienen los jardines de sus casas del color verde selvático mientras hay millones de usuarios esperando a que llegue la pipa para beber agua.

Sin embargo, por causas seguramente no deseadas por la dirección de la paraestatal, hay usuarios que están pagando cantidades exageradas de agua según el consumo marcado en su recibo, cuando ni siquiera sale líquido del grifo.

Esto según dicen, es que el aire atrapado en las tuberías mueve el medidor como si fuera agua y el cobro no corresponde al servicio recibido.

Desde luego que esto también es un despropósito, porque los usuarios perjudicados, como suele suceder, son los que tienen una economía familiar precaria.

Y para ilustrarlo, veamos un cuento popular de Turquía:  

Mustafá no traía un centavo y quería comprar algo para acompañar su pan. 

Iba caminando por la calle y pasó frente a un tipo que asaba carne en una parrilla.

Acercó su pan al agradable olorcillo que salía del asador diciéndose: 

“así mi pan tendrá quizás algo de sabor”. 

Pero el tipo se molestó y lo atrapó como si Mustafá fuese un ladrón, exigiéndole un dinar. 

_¿Por qué te voy a pagar, preguntaba asustado Mustafá. 

_Te apropiaste de un poco del olor de mi carne y tienes que pagármelo. 

Como la discusión no tenía fin, algunos curiosos que les observaban recomendaron que fueran a ver a Nasredín Hocha, el sabio de esa región. 

Nasredín reflexionó; y luego sacó un dinar de su bolsa, lo hizo tintinerar en el suelo y antes de regresarlo a su bolsa le preguntó a cobrador: 

_¿Escuchaste el tintineo de mi dinar?

_Claro que lo capté, dijo el tipo. 

_Bien pues quédatelo; es el precio del olorcillo de tu carne. 

Mustafá le dio un abrazo de agradecimiento a Nasredín.

Aplicándolo al caso de cobros injustos del agua domiciliaria, debería aceptarse que los afectados pagaran con ‘panchólares’ que, al final de cuentas son de ficción, como el servicio recibido.