08/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 20 de 1847:  Entra a la ciudad de México Antonio López de Santa Anna para rendir protesta como Presidente por décima ocasión, penúltima vez que sucedería tal cosa. La historia es más o menos así: el 6 de agosto de 1846 Mariano Paredes dejaba en el mando a Nicolás Bravo para ir a Guadalajara a combatir una rebelión, pues se requería unidad nacional para enfrentar al invasor norteamericano que ya avanzaba rumbo a la Capital mexicana. Pero inmediatamente Mariano Salas derrocó a Bravo y desconoció a Paredes como presidente. Salas, al no conseguir recursos para la guerra, restableció la Constitución de 1824, regresando a ser el país una República Federal, y convocó a elecciones, mismas que se celebraron con demasiadas irregularidades y el resultado fue el mismo que en 1832: Santa Anna fue electo presidente y Gómez Farías, vicepresidente. Los mexicanos inexplicablemente seguían “enamorados” de Santa Anna, perdonándole todos sus yerros y corruptelas.

 Por tanto, Salas renunció a la presidencia en diciembre de 1846 pero Santa Anna, una vez más, no se presentó a ocupar el cargo porque ahora estaba combatiendo a los invasores norteamericanos, por cierto muy mal, pues tuvo derrotas increíbles como la famosa de La Angostura del 8 de febrero de 1847. Así que el vicepresidente Gómez Farías de nuevo ejerció la Presidencia y desde ese sitial tomó, previa reforma, bienes de la Iglesia para financiar la guerra de defensa contra los norteamericanos. Este es el pretexto para la rebelión de los polkos, que encabezaba precisamente Santa Anna, defendiendo los bienes del clero. Al fin llegó a la capital del país este inefable personaje para tomar por décima vez el mando, en un día como hoy, de 1847 y con ello quedaba lista la nación para la derrota total en esa injusta Guerra de Invasión. Santa Anna estaba combatiendo en Veracruz cuando le informaron que había sido electo Presidente de nuevo, y como había un fuerte bloqueo, se las ingenió para pasar rumbo a México, pero después se conoce un telegrama fechado el 13 de mayo de 1846 en el que el secretario de marina norteamericano George Bancroft ordenaba al comodoro David Conner que dejara pasar a Santa Anna; una copia de este telegrama se encuentra en el archivo de la SEDENA. Ipso facto, Santa Anna destituyó a Gómez Farías y declaró nulos los actos de su administración, quedándose el ejército sin dinero para la guerra. El “nuevo” presidente reorganizó el diezmado y mal armado Ejército mexicano para enfrentar a los invasores en Padierna, Churubusco, Chapultepec y Molino del rey.  Sabido es que el 14 de septiembre de 1847 llegaron los invasores a la ciudad de México, por lo que Santa Anna y los poderes se trasladaron a Querétaro. Mariano Otero dijo claramente en 1847: “un ejército extranjero de diez a doce mil hombres haya penetrado desde Veracruz hasta la capital de la república, y que, con excepción del bombardeo de aquel puerto, la acción de Cerro Gordo y los pequeños encuentros que tuvo con las tropas mexicanas en las inmediaciones de la misma capital, puede decirse que no ha hallado enemigos con quién combatir". Santa Anna se retiró a Guadalupe Hidalgo, el día 16 de septiembre encargando la presidencia a Manuel de la Peña y Peña y se dirigió a Puebla y Huamantla. Ahí relataría en sus Memorias que tuvo asediados a los invasores. “Todo anunciaba la victoria…”. Pero “los decretos de Dios deben cumplirse y se cumplieron”. En agosto de 1848, Santa Anna salió a Jamaica a disfrutar de una gran vida, para regresar a continuar con su perversa obra hasta 1853.