12/May/2024
Editoriales

Los migrantes son seres humanos

Caminar por la zona rosa de Monterrey, o transitar por las calles en vehículo permite apreciar el fenómeno de la migración, que es el desplazamiento geográfico de individuos por causas económicas o sociales.

Grupos de jóvenes serios, de miradas vagas, que se la pasan sentados en bancas, maceteros y escalones, hablando poco entre ellos, dando la impresión de que están esperando algo o a alguien.

Algunos se atreven a pedir limosna a los automovilistas cuando se detienen en los semáforos de los cruceros no muy céntricos, y si buscamos con la vista descubriremos que a corta distancia está su familia.   

Los niños tendrán grabadas esas imágenes toda su vida; sus padres en tierras desconocidas pidiendo ayuda para sobrevivir. 

Es posible que sean grupos diversos, pero de pronto aparecieron nuevos malabaristas y payasos improvisados. 

Es obvio que están de paso, esperando a que alguien les cumpla un trato que hicieron -y pagaron- para que les gestionen documentos migratorios a Estados Unidos. 

Se trata de todo un fenómeno social que no es nuevo ni exclusivo de esta parte del mundo, pero que pone a prueba nuestra sensibilidad y generosidad.  

Siempre han existido limosneros locales que fingen estar enfermos o con dificultades de movilidad que, con esta ola migrante, son perjudicados porque ahora tienen una inesperada competencia.

Los migrantes son población rural que busca escapar de la pobreza emigrando a ciudades  como Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y otras.

Pero esas gigantescas urbes los rechazan y estos sufridos seres humanos sueñan migrando o migran soñando en Estados Unidos. 

Ahora enfrentan un doble estigma: a su pueblo ya no pueden regresar fracasados, y en las ciudades por donde pasan los consideran oportunistas. 

Y si consiguen cruzar la frontera, lo peor está por venir, porque así como Europa desprecia a los árabes, Estados Unidos discrimina a los migrantes del sur del río Bravo.

Pero el daño no es sólo a ellos, sino que la migración trastoca la salud económica. 

En México se está abandonando el campo; su población emigra al ritmo de 1.3% anuales y aún con la recuperación de población por natalidad, se reduce en 0.32% al año. Hoy sólo el 20 % de los mexicanos vive en el campo y su número va descendiendo, hasta que en 2050 quedará un 10% de los mexicanos en el campo, y la FAO recomienda que debe vivir el 33% para la autosuficiencia alimentaria.

La migración es lo más dañino que puede sucederle al campo. 

La importación de alimentos es el signo más evidente de pobreza alimentaria e injusticia social. 

El presidente López Obrador olvidó sus promesas de campaña; no ha reactivado el campo. 

Al contrario, ya desaparecieron las instituciones que apoyaban a los pequeños productores y a los ganaderos.

Enviarles un cheque cada mes no es la solución, y menos con este proceso inflacionario que convierte los pesos en bilimbiques.

De las caravanas de migrantes centroamericanos, después hablamos.