10/May/2024
Editoriales

La pantera y la zorra

Sobrevivir al flagelo de la pandemia, la inseguridad y el crac económico ya es toda una proeza. Pero como también padecemos un estresante y belicoso proceso electoral de renovación de la gubernatura, las presidencias municipales, las diputaciones federales y locales, corremos el riesgo de enloquecer.

Adicionalmente, a algunos nos agobia el tratar de entender lo que está sucediendo en la complicada vida pública. 

Con políticos forjados en un partido, y nomás porque ahora no les concedió la candidatura soñada, cambiaron a otro partido político, generando confusión entre el electorado. 

La prueba mayor para una inteligencia de nivel mediano como la nuestra, es entender la actitud de absoluta incongruencia de un líder opositor profesional -de los duros-, que secuestraba instalaciones públicas; que se ceñía una quimérica banda presidencial; que cerraba por protestas políticas contra el gobierno grandes avenidas de la Capital, hasta que llegó a ser presidente.

Y ahora combate a quienes se oponen al gobierno, sean mujeres, periodistas, médicos, o empresarios, dividiendo a nuestra sociedad entre blancos y negros. 

Una de las geniales fábulas de Esopo describe el problema:

Una pantera a la que un diestro cazador había matado sus cachorros atronaba día y noche con sus rugidos la selva donde habitaba, de tal modo que no dejaba un momento de sosiego a los demás animales que por allí cerca habían fijado su domicilio.

Harta ya la zorra del ambiente quejumbroso, se presentó a la desconsolada madre y le dijo:

_Amiga mía quiero hacerte sólo esta pregunta: ¿no tenían madre los muchos cachorros que has devorado?

_Sí, contestó la pantera

_Pues bien –replicó la zorra-, ya ves que ninguna de ellas nos molestó con sus quejas de la manera que tú lo haces. Por consiguiente, consuélate como ellas y no vengas a quitarnos el sueño con tus lamentaciones.

Cuánta insensatez muestran los opositores que exigen libertades y cuando gobiernan, las regatean. 

Ya quisiéramos que el seis de junio hubiese pasado; que tuviéramos un nuevo sistema político de equilibrios, de pesos y contrapesos, de instituciones a prueba de corruptelas y eficientes. 

Pero no queremos soportar una áspera odisea pos – electoral porque nuestro amado país podría írsenos de las manos. 

¿Será mucho pedir que el pueblo -el bueno y sabio, así como el resto- salga a votar, y que el gobierno respete su voluntad?