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Trump favorece a unos sindicatos más que a otros

WASHINGTON - El presidente Donald Trump promete que su puerta siempre está abierta para los sindicatos, pero en la realidad, está más abierta para unos que para otros.

Trump se ha reunido con gremios de la construcción, a los cuales conoce muy bien desde sus años como magnate de edificios y hoteles. También se ha reunido con sindicatos automovilí­sticos, del acero y del carbón, que lo apoyaron en la campaña electoral.

Pero no ha habido invitación para otros sindicatos, los que representan a 14,6 millones de trabajadores que realizan negociaciones colectivas con los empleadores.

"Pueden ustedes decirle al Congreso que los sindicatos de la construcción del paí­s están muy unidos con su presidente", declaró Trump a la Asociación de Sindicatos de la Construcción, a pesar de que en ese mismo discurso prometió: "Los lí­deres de los sindicatos del paí­s siempre tendrán la puerta abierta con Donald Trump".

La realidad es que Trump no ha cortejado a todos los lí­deres sindicales, ni ha apoyado todas las prioridades del movimiento obrero. Por ejemplo, se opone a aumentar el salario mí­nimo a 15 dólares la hora y ha dejado sin firmar una norma sobre el pago de horas extra. Parecido a lo que ocurrí­a con el presidente Ronald Reagan, Trump no está tan a favor de los sindicatos sino a favor de una polí­tica de economí­a nacionalista que cuenta con el respaldo de gente que está en sindicatos.

"Obviamente Trump está tratando de posicionarse como el presidente de la clase obrera", dijo F. Vincent Vernuccio, director de polí­ticas laborales en el Centro Mackinac de Polí­ticas Públicas en Michigan. "Está tratando de reconstruir la coalición de sindicalistas que apoyaron a Reagan, y de atraer a demócratas de clase obrera?.

La Casa Blanca dice que Trump ?está dispuesto a reunirse con todos los grupos e individuos que puedan colaborar a mejorar las vidas de todos los estadounidenses?.

Pero aún entre los sindicatos que cuentan con la simpatí­a de Trump, hay cierto escepticismo sobre si el presidente realmente los apoya a ellos, a los ejecutivos que son sus jefes.

Trump fue abucheado durante parte de su discurso ante la asociación de sindicatos de la construcción. Y Chuck Jones, presidente de un sindicato de trabajadores metalúrgicos, que fue criticado por Trump, se expresa escéptico ante la retórica emanada de la Casa Blanca.

"Desde nuestro punto de vista, no creo que realmente Trump sea amigo de la clase trabajadora", expresó Jones, señalando que el plan de impuestos favorecido por Trump beneficiarí­a al mismo presidente, y que Trump hizo campaña prometiendo deshacer el acuerdo de libre comercio con Canadá y México. "Trump siempre ha tenido algún tipo de relación con las asociaciones de construcción pero, ¿en cuanto a la manufactura? No son buenos tiempos para los trabajadores".

Las elecciones del 2016 indican que los sindicalistas pueden llegar a favorecer a Trump. Los cálculos tras las elecciones indican que estuvo apenas 8 puntos detrás de Hillary Clinton entre los sindicalistas, el mejor resultado para un republicano desde Reagan en 1984.

En sus primeros 100 dí­as como presidente, Trump ha estado tratando de ganarse el apoyo de quienes se encuentran frustrados por el hecho de que muchos empleos han sido trasladados al exterior. Por ejemplo, canceló planes de participar en un acuerdo comercial Asia-Pací­fico y criticó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, aunque no ha cumplido su promesa de abandonarlo.

Ha recurrido a Twitter para criticar a las empresas que tienen planes de mudar operaciones a otros paí­ses, y ha amenazado con imponer duros gravámenes contra cualquier producto que esas empresas intenten vender en Estados Unidos. Ha presionado a los republicanos en el Congreso para que aprueben inmensos gastos para mejorar la infraestructura del paí­s, y ha aprobado el oleoducto Keystone XL.

Pero si bien algunos sindicatos son recibidos cálidamente en la Casa Blanca, otros han sido prácticamente ignorados.